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domingo, 28 de septiembre de 2008

Paul Newman













Paul Newman
Reconozco que siempre me gustó más su compañero de películas y buen amigo Robert Redford (aunque Paul estaba en segundo lugar). Pero hoy, al saber que ha muerto, y de cáncer de pulmón, casualmente como mi padre, he sentido que me dolía el corazón...
Uno de los pocos actores que además de ser muy guapo era muy buen actor. Cómo pasa el tiempo. Cómo van muriendo los seres que significaron mucho para tí...
Aquí hay más información.
Es curioso, y a la vez de lo más natural, que quisiera morir en su casa en vez de en el hospital. Lo mismo que sucedió con mi padre. Me di cuenta mientras estaba tan mal en aquella cama con barrotes de un geriátrico de Toledo, delirando, rodeado de extraños, tan mal que no pudo ni pedírmelo, pero yo lo supe, y lo pedí, e insistí, y le llevaron a su casa del pueblo, que ya no era mi casa porque yo ya vivía en Madrid, y un par de semanas después murió. También de cáncer de pulmón. Es demasiado doloroso recordarlo... Pero es un recuerdo que está ahí, y no quiero negarlo.


¿Qué día es hoy?

Desde que mis días no tienen horario de comienzo ni de final, ni las semanas tienen principio ni fin, me cuesta horrores saber en qué día me encuentro.
A veces, nada más despertarme, hago un esfuerzo por recordar si es martes o miércoles, o viernes o sábado, y si no lo consigo, pongo la radio. Luego, a lo largo del día, me suele ocurrir varias veces de nuevo. Hoy es domingo, creo. O eso me dicen mis amigos que hoy no trabajan. Pero como para mí son tan terriblemente parecidos todos los días....
Supongo que mañana es lunes y es laborable y la gente va a currar y a hacer otras gestiones. No sé si les envidio.


viernes, 26 de septiembre de 2008

Corazón

Corazón. Coraza. Cuánto se parecen el uno al otro.
Uno arde sin control. El otro evita que arda demasiado.
Yo quiero mi corazón libre de corazas y ataduras, de cadenas y ligaduras, que pueda sentir libremente, aunque me cause dolor.
Quiero un corazón que sepa sentir y sufrir y gozar y padecer.
Un corazón que no tenga miedo a todos los tipos de sentimientos que hay. Que se entregue a ellos plenamente, sin dudas, sin miedos. Un corazón que sepa que no todo es eterno...
Ay, pero qué difícil es...

martes, 23 de septiembre de 2008

Dilema

La entrada de "La paradoja de las corbatas" del blog de un amigo me ha recordado un fragmento de un libro que leí hace poco (no os digo cuál para que no descubráis cuál es la solución). El texto dice lo siguiente:


Estás en un concurso en la televisión. En este concurso la idea es ganar como premio un coche. El locutor del programa te enseña tres puertas. Dice que hay un coche detrás de una de las puertas y que detrás de las otras puertas hay cabras. Te pide que elijas una puerta. Tú eliges una puerta, que no se abre todavía. Entonces, el locutor abre una de las puertas que tú no has elegido y muestra una cabra (porque él sabe lo que hay detrás de cada puerta). Entonces dice que tienes una última oportunidad de cambiar de opinión antes de que las puertas se abran y consigas un coche o una cabra. Te pregunta si quieres cambiar de idea y elegir la otra puerta sin abrir. ¿Qué harías?

Ahí queda el reto. Se puede elegir intuitivamente o bien usando las matemáticas. Vosotros elegís.


lunes, 22 de septiembre de 2008

Por fin otoño


Hoy mi inspiración es nula, pero quería dejar constancia del hecho de que ha entrado mi estación favorita. Sobre todo en estos momentos...

sábado, 20 de septiembre de 2008

Coraza

Mi corazón está bien guardado bajo una pesada armadura de acero inoxidable.
La armadura es indestructible (o eso me han asegurado), y está sujeta con 7 candados.
No permite que nadie entre en mi corazón.
No permite que nada salga de él.
Aunque a veces algo se escapa, y a veces algo entra por unas pequeñas rendijas que tiene la coraza (es que era barata).

(continúa...)

Mi vida consiste en esperar a aquel que consiga abrir los 7 candados y quitarme la coraza.
O quizá sea yo la única capaz de despojarme de ella. Lo malo es que no sé dónde están las 7 llaves. ¿Quizá en el fondo del mar?
Si lloro, y lloro, y lloro durante días y días, puede que la armadura se oxide tanto que se deshaga (Ay, no, ahora que caigo, si es inoxidable).
Pero mientras tanto, tengo mi corazón a buen recaudo.
Quizá el linfoma que apareció de forma misteriosa hace algunos años me lo dejó insensible al amor humano, ahora que caigo (me enamoré demasiado de la persona equivocada justo antes de que me lo detectaran). Creció tanto que me invadió el pericardio. Algo cambió en mi corazón desde ese momento. No he vuelto a enamorarme desde entonces. Quizá los residuos del linfoma son mi coraza. Y sigo teniendo esa espina clavada en el corazón. Ni la quimio ni la radio consiguieron arrancarla.
O sea, resumiendo, tengo un corazón con armadura y con una espina dentro. Qué difícil debe ser sacar una espina de un corazón acorazado.

viernes, 19 de septiembre de 2008

World Wide Web

Es como una tela de araña que me tiene atrapada entre sus hilos (y que conste que soy aracnofóbica).

He estado tres días sin conexión. Hace unos meses estuve casi una semana. Pocas veces he sentido tanta necesidad de algo. Pocas veces me he sentido tan aislada del mundo. Confieso que debo ser adicta a internet.
Pero internet me ha abierto tantos nuevos caminos, tantos nuevos mundos. Encontrar trabajo, conocer personas interesantes, crear grupos con aficiones comunes, realizar cursos, escribir. Sobre todo escribir. Y que me lean. Es uno de mis mayores (y confesables) placeres. Escribir blanco sobre negro y saber que hay seres humanos que me leen y que aprecian lo que escribo o que no les gusta, y me dejan comentarios, y ya no soy una Alice anónima que en su día estuvo tan aislada en un pequeño pueblo toledano, temiendo que no podría salir de allí, sino que ahora vivo en una gran ciudad y me puedo dar a conocer al mundo entero. Eso sube mi ego, sube mi autoestima, me causa un auténtico placer. Y sólo puedo sentirme agradecida a quien inventó este medio y a vosotros que me visitáis, me leéis y me comentáis.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Dolor

Dolor por estar viva.
Dolor por sentir.
Dolor por querer ser una más.
Dolor por sentirse extraña.
Dolor por sentirse dolorida.
Dolor por tener que vivir en esta tierra.
Dolor por no amar a quien se lo merece.
Dolor por no conseguir nunca lo que se desea.
Dolor por no vivir en el País de las Maravillas.
Dolor al fin y al cabo por no ser lo que se esperaba de mí.
¿Y qué se esperaba de mí?

miércoles, 17 de septiembre de 2008

El cuello de tu camisa

Me sumerjo en el cuello de tu camisa,
rozando apenas la piel sudorosa.
Mi mundo es ahora de tela azul
que huele a plancha y a casa,
y me disuelvo entre moléculas de algodón, mitad mujer y mitad fibras húmedas.
Y me pregunto cómo he podido ser sólo mujer tanto tiempo,
Y todo lo demás se esfuma
Y algo se abre dentro de mí y siento que he llegado por fin a casa
después de tanto tiempo desterrada.

Limpieza

Armada con destornillador y paciencia, emprendo la tarea. Con una banqueta para subirme a las alturas, y un martillo por si algún tornillo se resiste.
Comienzo a quitar el primer tornillo, que se resiste y tengo que ejercer un poco más de fuerza, pero acaba por ceder y se desenrosca y cae en mi mano y luego al suelo, y el panel de madera se desprende. Sigo con el segundo, tercero, cuarto tornillo, uno a uno cayendo al suelo, inservibles.
Empiezo a estar empapada en sudor, así que me desprendo del jersey, como me estoy desprendiendo de los viejos tornillos.
Poco a poco, quito las puertas y las baldas, sólo permanece la estructura, firme aún, apoyada contra la pared, resistiendo. Mis gatos curiosos se suben a los estantes, olisquean, buscan, se aburren por fin.

Me paro unos minutos para tomar aliento. La tarea es más ardua de lo que había pensado, pero la música rock de la radio me anima a seguir, y después de tomar un vaso de agua con limón continúo la tarea.
Las baldas y las puertas se van acumulando en el pasillo, esperando su momento de ser depositadas en la acera, junto al contenedor de basura, inútiles, vacías. Los paneles de haya (quizá sólo es contrachapado, quién sabe) no pesan mucho, pero mis brazos no están acostumbrados al ejercicio físico.

Por fin la pared aparece vacía, tal como la había imaginado. Blanca. Polvorienta. Telarañas grises cuelgan reproduciendo la silueta del antiguo mueble. Termino la faena quitando todo rastro de telarañas y polvo y paso la fregona por el suelo. Ahora sí, ahora ya queda un espacio vacío para poder ser ocupado.
Me paro a contemplar mi obra. Respiro hondo, muy hondo, noto como si me hubiese quitado un peso de encima. Un gran peso. Sonrío a la blanca pared. Enseguida suena el timbre. Son los de Ikea, trayendo los muebles nuevos.
Me atuso el pelo, me limpio el sudor de la frente y abro la puerta a lo nuevo.


Vampira

Me temo que me he convertido en una vampira (¿o quizá vampiresa?).
Duermo todo el día, con las persianas bajadas, las cortinas cerradas.
Cuando empieza a anochecer, mis ojos se abren poco a poco, me desperezo mientras mis gatos vienen a saludarme, estiro mis músculos adormecidos como una gata. Y salgo a la calle, muerta de hambre. Buscando sangre fresca con que saciar mi apetito. Pocas veces la encuentro. Últimamente me he vuelto muy exigente con la sangre que me apetece probar.


Hospitales

Me gustan las series de hospitales. Y las películas de hospitales. Siempre me han gustado. Incluso antes de que gran parte de mis días y de mis noches transcurrieran dentro de un hospital durante casi doce meses. Incluso después.

Era consolador sentirse entre manos expertas y suaves, aunque te clavaran agujas y te inyectaran a veces calmantes y a veces veneno y te rajaran la piel. Te sentías importante. Especial. Cuidada por un equipo de médicos y de enfermeras. Me abandoné en sus manos. No debía decidir nada. Sólo dejarme hacer. Dejarme que me curaran aunque fuera a través del dolor. Pocas veces me sentí sola. Si necesitaba algo, pulsaba un botón y enseguida acudía una amable enfermera. A cualquier hora del día y de la noche.

No suelo pensar en aquella época. Me parece tan lejana. Parece que la vivió otra persona. Otra Alice, quizá la que vive al otro lado del espejo. Un espejo redondo de un pequeño cuarto de baño de hospital.


martes, 16 de septiembre de 2008

Luz

La luz ha cambiado. Hace varios días que lo he percibido. Es más intensa y a la vez más suave. Cuando camino por la calle, veo los objetos, las farolas, los árboles, los perros, los bordes de los edificios, las personas, más definidas, más brillantes, más concretas.
No creo que el sol haya cambiado. Quizá las tormentas torrenciales han modificado la atmósfera. O quizá mi forma de mirar se ha transformado. No tengo ni idea. Sólo sé que el verano (horrible verano) toca a su fin y en breve llegará el otoño. Y ese cambio de luz puede ser culpa del otoño incipiente. Bendito otoño.


lunes, 15 de septiembre de 2008

Full Moon

He escrito ya varias entradas sobre la luna. Esa luna que me fascina, me hipnotiza, me domina. Y casi siempre he puesto la misma imagen o alguna parecida. Esta noche de luna llena tenía que ser diferente. He buscado en San Google, y entre las primeras imágenes ha aparecido esta. Y es perfecta. La luna llena entre nubes. Una niña (¿Alice Liddel?), con un gato en su regazo. Colgada en algún lugar entre el cielo y la tierra, en las alturas. Es perfecta.
Esta noche he mirado fíjamente a la luna y he visto dos ojos de gato, verdes y brillantes, que me guiñaban. Y he sabido que todo iba a salir bien. La luna suele traerme buena suerte.
Ah, casi lo olvido, para quien tenga interés en seguir el calendario de las fases de la luna.

Dedicado a un querido amigo al que conocí gracias a un hechizo de Luna.

La vida secreta de las palabras

La última película que me ha impactado. En concreto este fragmento de diálogo. Me ha llegado muy dentro...

La vida secreta de las palabras:
—Puede que no sea hoy, ni mañana, pero tengo miedo de que un día empiece a llorar y no pueda parar y se inunde la habitación y nos ahoguemos los dos.—dice ella.
—Aprenderé a nadar.—afirma él.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Yismani se siente diferente.
Yismani se siente extraña.
No encuentra un lugar donde encajar.
No encuentra quien encaje con ella.
Con la sensación de llegar al lugar adecuado en el momento inoportuno.
De conocer a la persona adecuada en el peor momento.
De sufrir una terrible maldición enviada por los dioses.
Agotada de luchar contra los elementos.
Yismani se mete entre las sábanas para intentar dormir, pensando "mañana será otro día".

sábado, 13 de septiembre de 2008

El escritor y la botella

Desvelada como estoy a estas horas de la madrugada, se me ha ocurrido buscar información sobre alguno de mis escritores favoritos, empezando por Alan Poe. Luego, siguiendo otros enlaces, he descubierto, sin mucha sorpresa, que el oficio de escritor parece estar íntimamente unido al de otros vicios como la bebida y las drogas. Os paso directamente unos enlaces que explican muy lúcidamente a qué puede ser debido, planteando más preguntas que respuestas.

Bebo, luego...¿escribo?

La genialidad de los alcohólicos

Edgar Allan Poe


La pluma y la botella


Beaudelaire


Bukowski


Y no sigo porque no quiero aburriros. Pero la lista es realmente extensa y eso me da que pensar.

Desde las alturas

Desde su atalaya en lo alto de la vitrina de mi salón, Merry y Tuso me observan atentamente. En parte con curiosidad, en parte con fascinación. Casi tanta como la que siento por ellos.
Sé que no me juzgan, haga lo que haga en ese momento mientras me contemplan. Ignoro qué piensan. Pero sé que están más allá del bien y del mal y eso me produce una terrible paz.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Las personas curvas

Un querido amigo me ha dejado como comentario este poema de Jesús Lizano, y no me resisto a ponerlo como entrada, para que se vea bien:








Las personas curvas (Jesús Lizano)

Mi madre decía: a mí me gustan las personas rectas.

A mí me gustan las personas curvas,
las ideas curvas,
los caminos curvos,
porque el mundo es curvo
y la tierra es curva
y el movimiento es curvo;
y me gustan las curvas
y los pechos curvos
y los culos curvos,
los sentimientos curvos;
la ebriedad: es curva;
las palabras curvas:
el amor es curvo;
¡el vientre es curvo!;
lo diverso es curvo.
A mí me gustan los mundos curvos;
el mar es curvo,
la risa es curva,
la alegría es curva,
el dolor es curvo;
las uvas: curvas;
las naranjas: curvas;
los labios: curvos;
y los sueños; curvos;
los paraísos, curvos
(no hay otros paraísos);
a mí me gusta la anarquía curva.
El día es curvo
y la noche es curva;
¡la aventura es curva!

Y no me gustan las personas rectas,
el mundo recto,
las ideas rectas;
a mí me gustan las manos curvas,
los poemas curvos,
las horas curvas:
¡contemplar es curvo!;
(en las que puedes contemplar las curvas
y conocer la tierra);
los instrumentos curvos,
no los cuchillos, no las leyes:
no me gustan las leyes porque son rectas,
no me gustan las cosas rectas;
los suspiros: curvos;
los besos: curvos;
las caricias: curvas.
Y la paciencia es curva.
El pan es curvo
y la metralla recta.
No me gustan las cosas rectas
ni la línea recta:
se pierden
todas las líneas rectas;
no me gusta la muerte porque es recta,
es la cosa más recta, lo escondido
detrás de las cosas rectas;
ni los maestros rectos
ni las maestras rectas:
a mí me gustan los maestros curvos,
las maestras curvas.
No los dioses rectos:
¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos!
El baño es curvo,
la verdad es curva,
yo no resisto las verdades rectas.
Vivir es curvo,
la poesía es curva,
el corazón es curvo.
A mí me gustan las personas curvas
y huyo, es la peste, de las personas rectas.

Jesús Lizano

El gato y el cohete

Antes tenía miedo de que llegara la noche porque no podía dormir y oía al gato maullar lastimeramente bajo mi ventana cuando había luna llena.
El gato era gris y blanco como la cara de la luna y le gustaba sentarse bajo mi ventana sobre la hierba húmeda de rocío, al pie del ciruelo que mi abuelo plantó junto a la tapia del jardín. Cuando le oía me ponía mi jersey de lana morada para no tener frío y me asomaba; el gato se callaba y me miraba con sus brillantes ojos, como dos linternas pequeñas y verdes, y parpadeaba mirándome. Yo sentía un escalofrío y me rascaba la barba y empezaba a temblar.

Una noche que no podía dormir oí en la radio que tengo en mi mesilla de noche que Europa iba a lanzar su primer cohete espacial a la luna. Lo estaban terminando de construir en algún lugar secreto y pronto estaría listo. El comentarista de la radio dijo que corría el rumor de que no iban a mandar el cohete vacío, sino que dentro viajaría un ser vivo. No sabían si sería un perro, un mono o una rata blanca de laboratorio.
A partir de esa noche, vi al gato gris y blanco sentarse bajo mi ventana más a menudo mirando a la luna y maullando con más fuerza y durante más tiempo. Se tiraba toda la noche y yo permanecía en la ventana mirando al gato y a la luna y entendía perfectamente lo que decía. Decía que quería ir a la luna.
Se lo conté a mis sobrinos y se rieron mucho de mí y dijeron que estaba pirado. Mis sobrinos se suelen reír mucho conmigo pero no me preocupaba porque me gusta verles tan contentos oyendo mis historias.
A la mañana siguiente mi hermana me llevó al médico. El médico dijo que siguiera tomando las dos pastillas diarias, una por la mañana y otra por la noche y me explicó con palabras sencillas que permanecer estable es bueno y que para seguir así no debería mirar tanto a la luna.
La noche siguiente había luna llena pero no había visto al gato. Me acosté pronto sin asomarme a la ventana, como me aconsejó el médico, pero de madrugada me desperté muy nervioso, con la boca seca y el corazón latiendo muy rápido, me bebí dos vasos de agua seguidos, puse la radio y oí que el cohete ya estaba listo para ser enviado a la luna. Me asomé para buscar al gato, y no le ví por ninguna parte. Por la radio seguían retransmitiendo el lanzamiento. Mientras miraba por la ventana vi una estrella brillante que se movía junto a la luna unos segundos y luego desapareció.

Han pasado varias semanas desde que lanzaron el cohete a la luna y no he vuelto a ver al gato gris y blanco. Los científicos y los expertos dicen que ha sido todo un éxito, que el cohete llegó a la luna sin novedad, que aterrizó por control remoto, que bajó un robot para explorar la superficie lunar y coger muestras y luego por control remoto también volvió a despegar y entró en la atmósfera terrestre y amerizó. Dicen que el robot sufrió un desperfecto y no pudo volver al cohete y se quedó en la luna para siempre.
Ahora antes de irme a dormir me asomo a la ventana todas las noches y cuando hay luna llena la observo atentamente durante un largo rato, procurando que mi hermana no me vea, y siempre, siempre, veo un par de luces más brillantes, casi verdes, en medio justo de la cara gris y blanca de la luna, que se encienden y se apagan como si parpadearan. Y ya no tengo miedo.


Todo es humo

Yismani quitó el celo del paquete de cigarrillos mentolados despacio, muy despacio. Rompió el papel dorado y sacó un pitillo. Cogió el mechero azul y lo encendió, absorbiendo la primera calada como si fuera la última. Enseguida aspiró el humo otra vez y contempló cómo subía en volutas, contra la luz del atardecer que entraba por la ventana. El humo hacía extraños giros azulados, subía, bajaba, giraba sobre sí mismo, como un perfecto sistema caótico con sus propias reglas.
Yismani se quedó fascinada observando el humo del extremo del pitillo, y el humo que salía por su boca y sus fosas nasales, mientras iba sintiendo el efecto que le producía. «Yo soy humo», osó pensar. «Tarde o temprano, acabaré en volutas de humo azulado». Y Yismani sonrió.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Oscuridad

Las tormentas del otro día causaron estragos en mi calle. Ramas caídas, arena arrastrada desde el parque, y farolas estropeadas.
Me asomo por la ventana y lo veo todo oscuro, casi tan oscuro como mi futuro inmediato. Al menos tengo la esperanza de que los de mantenimiento arreglarán tarde o temprano las farolas de mi calle. Pero las mías, ¿quién las arreglará?

Rosa

Esta tarde, al sacar las llaves para abrir mi portal, he visto una rosa roja en el suelo, de tallo largo, medio deshojada. Me he quedado mirándola como una tonta durante unos segundos. ¿Sería un regalo de algún enamorado? ¿Sería parte de un ramo marchito que habían tirado a la basura? ¿La habrían tirado a posta? ¿Se habría caído sin querer?
Elegí la llave correcta con la mano algo temblorosa y entré en mi casa.

Mi padre

He tardado menos de 5 minutos en ir y volver a la tienda de fotografía de la esquina. Ahora me parece lo más natural del mundo, pero antes, en mi vida rural, debía coger el coche y desplazarme 10 km para revelar un simple carrete. Esta vez ya no revelo carretes, bastante tengo con la cámara digital.

Esta vez he ido a la tienda para recoger una ampliación de la última foto de carnet que se hizo mi padre. De hace doce años. Diez años antes de que muriera. Mirando su rostro moreno lleno de arrugas, su frente despejada, su pelo blanco, su sonrisa eterna, me han llegado muchos recuerdos. He descartado de inmediato los del último año de su vida. Demasiado duros. Así que he decidido recordarle montando su vieja bici, yendo al pueblo a por cualquier recado que le hubiese hecho mi madre, o yendo al campo a cavar las olivas (en mi pueblo no dicen olivos, sino olivas), o a recoger la aceituna. Nunca supo conducir un coche, ni falta que le hizo. En su bici llevó tomates y judías y pimientos de la huerta de la que estaba tan orgulloso; llevó sacos de aceitunas; llevó bolsas de víveres de la lista de la compra que mi madre le daba; me llevó a mí.
No suelo recordale mucho, me causa demasiado dolor. Pero hoy se lo merecía.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Tormentas

Me fascinan las tormentas. Podría quedarme en mitad del campo observando los relámpagos, oyendo los truenos, y sin el más mínimo miedo de que me cayera un rayo encima. De algo hay que morir.
Hoy están cayendo sobre Madrid todas las tormentas que no ha habido durante el resto del verano. Me siento dichosa (todo lo dichosa que puedo sentirme en este momento de mi vida).
La tormenta que resuena en el cielo es un perfecto reflejo de la que siento dentro de mi corazón. Con rayos que me parten y truenos que retumban en mis entrañas, incontrolables. Y no tengo pararrayos.

Laberinto

La entrada es sencilla, una ancha abertura en medio del seto de boj. Luego llega la primera decisión, a la izquierda o a la derecha. Giro a la izquierda y avanzo sobre césped sin cortar y rodeada de setos más altos que yo. Una pared me obliga a retroceder y girar a la derecha. Sigo avanzando despacio, intentando grabar en mi mente el recorrido que estoy siguiendo. Encuentro una nueva bifurcación y avanzo hacia un lado. Entro en un pasillo largo y curvado. Sé que cada vez estoy más cerca del centro, de mi objetivo. Otro seto enorme y mal cortado me obliga a torcer a la izquierda, y luego vuelvo a girar, y ya estoy desorientada del todo. Pero no puedo volver hacia atrás, sobre mis pasos, porque olvidé por dónde vine. No tengo ni idea de dónde está la entrada, así que sólo me queda seguir hacia delante. Cada vez más nerviosa y más deprisa. Girando sin pensar, siguiendo una intuición que creo que me está fallando. Agotada, me siento en el suelo. No puedo más. ¿Por qué no me avisaron de que el laberinto era tan complicado antes de entrar? Quizá nunca habría entrado. Quizá hubiese escogido el paseo recto rodeado de chopos. Pero ya no hay vuelta atrás. Estoy perdida. Y tendré que seguir adelante, por muy cansada que me encuentre, hasta llegar al centro o morir por agotamiento.

martes, 9 de septiembre de 2008

Llueve por fin

Lluvia, truenos, granizo.
Mis plegarias por fin han sido escuchadas.
Saldría a la calle a bailar bajo la lluvia, si no fuera porque hoy he recibido una mala noticia.
Ahora mismo sólo quiero disolverme (como una estatua de sal) entre las gotas de lluvia y deslizarme por un arroyuelo del asfalto hasta la alcantarilla más próxima.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Babel

Acabo de ver Babel . Tengo mucho tiempo libre, ya sabéis.
Y me ha dejado impresionada. Muestra una realidad de forma tan cruda, tan trágica y verídica. Unas situaciones tan cotidianas (para tanta gente, aunque extrañas para los afortunados del primer mundo), tan crueles, tan... me faltan los adjetivos.
Esta película acaba con la trilogía iniciada con Amores perros y continuada con 21 gramos. Las tres películas me han dejado marcas en la piel y en el alma. Son tan crudas, tan reales. Tan poco "políticamente correctas". Quiero más cine de este tipo. Aunque de vez en cuando, una película comercial que no te haga pensar sirve para despejar (entontecer) la mente.

Entre ollas

Aprovechando mis "vacaciones forzosas", y que hoy estaba relativamente animada (qué raro), me ha dado por meterme en la cocina. Después de buscar en google (tengo un par de libros de recetas, pero no sé por qué prefiero buscar en internet) una receta de ensalada de garbanzos, he encontrado una que me gustaba y de la que tenía todos los ingredientes en casa. Así que me he puesto el delantal, he desempolvado la olla exprés y el mortero de madera que compré hace años en un todo a cien y me he puesto manos a la obra.

Mientras machacaba el diente de ajo, he recordado con fuerza mi infancia. Mi abuela, el pelo gris (la pobre murió con 92 años sin conseguir que su pelo se volviera blanco del todo, como anhelaba) recogido en un moño que solía hacerla yo con una larga trenza y unas cuantas orquillas, con su delantal remendado, sus millones de arrugas en la cara, y sus manos nudosas machacando algún extraño mejunje que luego echaba en uno de sus guisos. Yo le ayudaba a picar los ajos y el perejil con mis dedos de 10 años. Aguantaba sus gruñones comentarios (el picado nunca me salía del todo fino), porque sabía que luego me relamería con el guiso y porque sentía que en el fondo mi abuela me quería.

La ensalada de garbanzos aderezada con el majado de ajo y cominos me ha salido muy rica y muy nostálgica.

Peces

Idénticos pero nadando en direcciones opuestas.
Uno a favor de la corriente, el otro en contra.
En permanente contradicción.
En eterna dualidad.
Intentando respirar cuando les sacan del agua.
Boqueando hasta casi ahogarse.
Necesitando otra boca que les dé oxígeno.
Fríos pero habitantes de aguas cálidas.
Suaves pero resbaladizos.
Temiendo ser pescados.
Deseando caer en alguna red.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Sólo estoy desvelada.
Sólo estoy desvariando.
Sólo pensando que pienso.
Sólo sintiendo que siento.
Hoy sólo es hoy.
No existe el mañana.
Lucho contra el sueño.
Lucho contra la razón que intenta invadirme.
Me inundo con mis sensaciones.
Mi piel arde.
Mis ojos no quieren cerrarse.
Temo los sueños.
Temo que llegue mañana.

Que hoy nunca acabe.
Que mis sábanas no me rechacen.
Que mi soledad esta noche es demasiado intensa.
Que temo que alguien me inunde con su mirada.
Sólo quiero anestesiarme para no sentir tanto.
Para no temer tanto.
Para no sentirme tan dividida.
Para no seguir deseando tanto.
Tantas cosas que me parecen tan lejanas.
Y que pueden estar al alcance de mi mano...

viernes, 5 de septiembre de 2008

Electrizada















Sira se miró en el espejo del baño con la bata aún entreabierta. Se vio los ojos más grandes y negros que nunca, quizá producto del placer que acababa de disfrutar, quizá debido a la sorpresa de no poder escapar a su destino, a sus instintos. Tenía el pelo alborotado, los labios hinchados, se vio más bella que nunca. Durante una hora había desconectado de todo y sólo había sido un cuerpo a flor de piel. Sin nombre, sin identidad, sólo piel y labios y sudor. Una vez más había sido alguien diferente, opuesto a lo que era cada día. Y de nuevo sentía su piel electrizada, como una pila recién cargada y lista para funcionar muchas horas más.

El viento

Como bien dice mi querida amiga Gloria, "El viento está cambiando a otro lugar".
El viento está arrastrando las nubes, arrastra el calor, arrastra mi pelo, arrastra mis preocupaciones.

El viento trae buenas nuevas, trae agua, trae frescor, trae vida.
Bienvenido sea el viento.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Del amor y otros enigmas

Te quiero.—dice él.
—¿Dónde?—replica ella.
¿Qué?
—Enséñamelo...¿dónde está ese amor?...no lo siento, ni lo toco, no lo noto. Lo oigo, oigo palabras, pero no me sirven de nada tus palabras vacías...

(Fragmento de diálogo de
"Closer")



Estos días que me está dando tanto por meditar (a la fuerza, no tengo otra cosa que hacer), me ha dado por pensar en el amor y en su falta. Y una y otra vez me venía a la cabeza este diálogo de película. Que cada cual saque sus conclusiones, yo ya saqué las mías.

martes, 2 de septiembre de 2008

Tuso

















De mayor quiero ser como mi gato Tuso.
Se descuajeringa sobre mi cama como si no hubiese nada más importante en este mundo. Como si el mundo pudiera acabarse pero él seguiría durmiendo plácidamente. Sólo esperando mi mano que le rasque la tripa. Lo demás no importa. Comida, agua y mis caricias. Eso le hace feliz.
Quiero ser gato en mi próxima reencarnación...

lunes, 1 de septiembre de 2008

¿Normal?

Una vida ordenada.
Desayuno, comida y cena, equilibrados y a su hora justa.
Hora de dormir, hora de despertarse.
Beso de buenos días y beso de buenas noches.
Alguien que te espere al volver a casa.
Vacaciones planeadas.
Comidas familiares.
Llantos en una cuna.
Una vida ¿normal?
A veces, demasiadas veces, me siento rara.
Como un gato violeta (que no un perro verde).
Deseando tener una vida normal (como tanta gente normal que conozco).
¿Una vida ordenada, aburrida y formal?
Mejor vuelvo a mi caos.
Aunque a menudo sienta el suelo temblar bajo mis pies.