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viernes, 5 de septiembre de 2008

Electrizada















Sira se miró en el espejo del baño con la bata aún entreabierta. Se vio los ojos más grandes y negros que nunca, quizá producto del placer que acababa de disfrutar, quizá debido a la sorpresa de no poder escapar a su destino, a sus instintos. Tenía el pelo alborotado, los labios hinchados, se vio más bella que nunca. Durante una hora había desconectado de todo y sólo había sido un cuerpo a flor de piel. Sin nombre, sin identidad, sólo piel y labios y sudor. Una vez más había sido alguien diferente, opuesto a lo que era cada día. Y de nuevo sentía su piel electrizada, como una pila recién cargada y lista para funcionar muchas horas más.

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