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miércoles, 17 de septiembre de 2008

Hospitales

Me gustan las series de hospitales. Y las películas de hospitales. Siempre me han gustado. Incluso antes de que gran parte de mis días y de mis noches transcurrieran dentro de un hospital durante casi doce meses. Incluso después.

Era consolador sentirse entre manos expertas y suaves, aunque te clavaran agujas y te inyectaran a veces calmantes y a veces veneno y te rajaran la piel. Te sentías importante. Especial. Cuidada por un equipo de médicos y de enfermeras. Me abandoné en sus manos. No debía decidir nada. Sólo dejarme hacer. Dejarme que me curaran aunque fuera a través del dolor. Pocas veces me sentí sola. Si necesitaba algo, pulsaba un botón y enseguida acudía una amable enfermera. A cualquier hora del día y de la noche.

No suelo pensar en aquella época. Me parece tan lejana. Parece que la vivió otra persona. Otra Alice, quizá la que vive al otro lado del espejo. Un espejo redondo de un pequeño cuarto de baño de hospital.


3 comentarios:

SuperWoman dijo...

Odio los hospitales, quizá porque sólo dos veces me han tenido que meter dentro de uno y las dos me pareció una encerrona... Me parece Alice que lo tuyo tiene un poco de síndrome de Estocolmo.
Un supersaludo

Alicia dijo...

No es síndrome de Estocolmo, te lo aseguro. Es agradecimiento porque me salvaron la vida...

Anónimo dijo...

Aun así, Alice, yo tengo también mucha prevención por ellos. En el fondo, no me quito la idea de la cabeza de que los hospitales están para que no estemos demasiado enfermos... ni demasiado sanos. Aun así, entiendo tus sentimientos.