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sábado, 30 de agosto de 2008

Riegan

Me despierta el sonido del agua en mitad de la noche. No recuerdo qué acabo de soñar, pero me siento ligera como una pluma. Liberada de algún horrible peso. Respiro un par de veces y me doy cuenta de que están regando las aceras y arrastrando la suciedad acumulada. Mientras me giro en la cama, se me ocurre pensar hacia qué lugar irán a parar todas esas impurezas. No desaparecen, sólo se cambian de sitio, bajando al subsuelo y desembocando en algún río y en algún mar lejano. Y ya totalmente desvelada, la angustia vuelve a caer sobre mí. No debería pensar tanto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razón y estás equivocada a la vez. La suciedad, las impurezas no desaparecen, es cierto. Pero dejan de ser impurezas, vuelven al ciclo de la vida.

Alicia dijo...

Algunas impurezas mentales nunca dejan de serlo, desgraciadamente.