La persiana está bajada del todo, el cuarto lleno de estanterías con libros está en semipenumbra. Un joven está tendido en la cama, sin camiseta, mirando al techo fijamente. Apenas pestañea. Su frente brilla por el sudor. Suena una canción de Sabina en la minicadena:
«…inquieto como un párroco en un burdel,
errante como un taxi por el desierto,
quemado como el cielo de Chernobil,
solo como un poeta en el aeropuerto...
así estoy yo, así estoy yo, sin ti…»
En un rincón, sobre una mesa, está el ordenador, con su pantalla plana y la torre al lado. En el monitor hay un salvapantallas con imágenes de bosques y montañas, que van cambiando sucesivamente, en silencio. De pronto, el ordenador emite un bip bip y el salvapantallas desaparece. El joven tarda unos segundos en reaccionar. Levanta un poco la cabeza mirando el monitor. Luego se endereza de golpe y salta de la cama para sentarse en la silla con ruedas, junto a la mesa. Su respiración está agitada. Tiene las manos sobre las piernas. Mira fijamente la pantalla, como antes miraba el techo. Levanta la mano un par de veces en dirección al ratón y vuelve a dejarla sobre la pierna. Tiene una expresión mezcla de sufrimiento y esperanza en la cara.
Al fin agarra el ratón y pulsa el botón derecho. Un largo texto aparece en la pantalla. El joven comienza leyéndolo con el ceño fruncido y los labios semiabiertos. A medida que va leyendo, su frente se relaja y los labios se cierran hasta formar una sonrisa. Suspira. Sus ojos se humedecen y una lágrima cae de su lagrimal izquierdo.
4 comentarios:
la proxima vez procurare llorar por un solo lagrimal... creo que ya he derramado demasiadas lagrimas en estereo para nada.
Te aseguro que es realmente difícil conseguirlo, pero suerte...
me animas, has dicho difícil, eso es que no es imposible, eso es que puede conseguirse :)
No, no es imposible, cleindori. Pero donde esté un buen llanto en estéreo...limpia y lava más que otra cosa. Aunque también se hinchan más los ojos.
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