Páginas

domingo, 31 de agosto de 2008

El túnel

Hay charcos en el suelo. Goterones de agua caen a mi alrededor según voy avanzando por el túnel. Apenas veo dónde pongo los pies. Sólo hay olor a humedad y el sonido de las gotas de agua al caer. Algún murciélago agita sus alas junto a mi cabeza de tarde en tarde. Nada más. No recuerdo cuánto tiempo llevo caminando por este túnel. Puede que toda la vida. Al final, lejos, muy lejos, veo una pequeña luz. Y por más que avanzo, la luz sigue siendo igual de pequeña. Creo que acabaré haciéndome amiga de los murciélagos.

sábado, 30 de agosto de 2008

Riegan

Me despierta el sonido del agua en mitad de la noche. No recuerdo qué acabo de soñar, pero me siento ligera como una pluma. Liberada de algún horrible peso. Respiro un par de veces y me doy cuenta de que están regando las aceras y arrastrando la suciedad acumulada. Mientras me giro en la cama, se me ocurre pensar hacia qué lugar irán a parar todas esas impurezas. No desaparecen, sólo se cambian de sitio, bajando al subsuelo y desembocando en algún río y en algún mar lejano. Y ya totalmente desvelada, la angustia vuelve a caer sobre mí. No debería pensar tanto.

viernes, 29 de agosto de 2008

El color púrpura

Meditando sobre el tema de Dios y los dioses, siendo yo atea, he recordado un pasaje del libro "El Color Púrpura", de mi tocaya Alice Walker, que transcribo a continuación:

— El primer paso para desterrar la idea del anciano blanco lo di gracias a los árboles. Luego, el aire. Luego, los pájaros. Luego, la otra gente. Pero, un día, estando sentada en un rincón, sintiéndome como una niña sin madre, lo que era, me pareció que se me abrían los ojos y me vi formando parte de todo y no separada. Pensé que si clavaba un cuchillo en un árbol me sangraría el brazo. Y eché a correr por toda la casa, riendo y llorando. Entonces supe lo que era. Y es que, cuando eso te pasa, no puedo dejar de notarlo. Es como ya sabes qué…—Y sonriendo me acarició en lo alto del muslo.

—¡Shug!, exclamo yo.

—Oh, a Dios le gusta que la gente goce. Es uno de sus mejores dones. Y, cuando te das cuenta de que le agrada, tú gozas el doble. Te relajas, te sueltas y alabas a Dios porque le gusta lo mismo que a ti.

—¿A Dios no le parece indecente?

—Noo. Dios lo quiso así. Mira, Dios ama todo lo que amas tú, además de otras cosas. Pero lo que más le agrada es la admiración.

—¿Quieres decir que Dios es vanidoso?

—Noo; vanidoso, no. Pero le gusta compartir lo bueno. A mí me parece que Dios se mosquearía si, al pasar por un campo, no vieras el color púrpura.

—¿Y qué hace Dios cuando se mosquea?

—Oh, seguramente buscar otra forma de agradarte. Cree la gente que lo único que a Dios le interesa es que lo alaben. Pero cualquier idiota que viva en este mundo puede darse cuenta de que Dios también quiere contentarnos.

—¿Sí?

—Sí. Siempre está dándonos pequeñas sorpresas cuando menos lo esperamos.

—¿Piensa que sólo desea que lo quieran, como dice la Biblia?

—Sí, Celie. Todo lo que hay en el mundo desea que lo quieran. Nosotros cantamos y bailamos y hacemos muecas y regalamos ramos de flores para hacernos querer. ¿Te has fijado en que los árboles, menos andar, hacen lo mismo que nosotros para llamar la atención? (…)

Cuántas veces pasamos de largo junto al color púrpura. Cuántas veces dejamos de fijarnos en esos pequeños regalos que algún dios nos hace (no quiero escribirlo con mayúsculas, manías que tiene una). Me gusta esta idea de un dios que se complace con nuestro goce y disfrute y con vernos felices y admirados de las pequeñas cosas buenas que nos trae la vida.

jueves, 28 de agosto de 2008

Desnudez

Mientras se dejaba abrazar y besar en brazos de su amante, Sira constató una vez más que le resultaba mucho más fácil desnudar su cuerpo que desnudar su corazón. Para ella era una liberación despojarse poco a poco de la ropa, de esa coraza que le cubría cada día por la calle. Mostrar su piel, sus curvas, sus imperfecciones y sus virtudes físicas, sentirse deseada y desear a su amante le producía placer y seguridad. Le conectaba con su parte irracional más que ninguna otra cosa. Dejaba de ser ella misma para ser una gata en celo, entregada por completo a su macho.
Pero Sira mantenía su corazón bajo siete cerrojos. Pocos habían conseguido superar siquiera la primera barrera. Su intimidad era como un laberinto del que ni ella misma sabía cuál era la entrada ni mucho menos la salida. Eso le producía un sufrimiento que el placer físico que le proporcionaban sus amantes no era capaz de superar.
Así que cuando su amante salía por la puerta dejándole un beso en los labios y su olor en la piel, Sira a menudo se quedaba seria, muy quieta, en medio de la habitación. Y las lágrimas empezaban a correr por su cara.

martes, 26 de agosto de 2008

Sólo dormir

Dormir, tal vez soñar, durante horas, en la penumbra de mi cuarto (¿fuera es de día o de noche?), mi cuerpo desmadejado entre sábanas violetas, absorbiendo energías del mundo de los sueños, mis neuronas por fin relajadas, mis gatos rodeándome.
Mi mundo ahora es una mesilla y una cama, una blanda almohada y un colchón duro, con la única preocupación de cambiar de postura de vez en cuando y beber agua cuando tengo sed. Algún día me desperezaré como una gata satisfecha, acabaré este paréntesis necesario y descorreré las cortinas para abrir la ventana.

viernes, 22 de agosto de 2008

Nunca tanto como hoy sentí la necesidad de ser gato, de no tener que madrugar, ni trabajar, ni sudar, no tener que pagar facturas ni multas. No tener que vestirme, ni comprar, ni barrer, ni fregar, no tener que visitar a los parientes, ni llamarles por teléfono. No tener que dar explicaciones, ni rendir cuentas a nadie, ni producir, ni ganarme el pan de cada día con el sudor de la frente. No tener que pagar impuestos, ni pasar exámenes. No tener que menstruar ni parir ni demostrar nada.

Pero nací ser humano en vez de gato.
Nací mujer, en vez de gata.
Quizá en mi próxima reencarnación lo consiga.

sábado, 16 de agosto de 2008

Lobo estepario

Llevo unos días en que el dualismo me persigue a través de las películas que veo (demasiado ocio hogareño, demasiado poco dinero). El lado oscuro contra el lado bueno de la fuerza ("Star Wars"), el del mal casi psicópata contra el de la ley y el orden ("El Caballero Oscuro"). En ambas películas los personajes principales se debaten entre el bien y el mal. Luke contra Dark Vader, Batman contra El Joker, y viceversa. Uno no puede vivir sin el otro. Hay cientos de películas y novelas con la misma temática.
Todo esto me ha recordado a El Lobo Estepario, de Herman Hesse, que leí hace años y me impactó, porque me hizo ver que dentro de mí (de cada uno de nosotros) hay un humano y un lobo en constante guerra. El hombre y sus impulsos contra la sociedad y sus normas. Una nueva versión de la lucha entre el bien y el mal, al fin y al cabo. O de la lucha entre lo socialmente aceptado y lo marginal, la lucha entre la razón y el instinto (o entre la virtud y el pecado, que dirían nuestros padres). De esta lucha nunca puede salir un claro ganador. De esta lucha surge la vida, una vez más.

Llueve

Casi no me lo puedo creer. Por la ventana del patio veo los cubos de basura húmedos por la lluvia. Corro al salón para abrir la ventana y oler a tierra mojada (a pesar de estar rodeada de asfalto) y mientras contemplo las gotas caídas sobre los pocos coches aparcados frente a mi ventana (bendito Agosto que vacía las calles de Madrid), veo pasar por la acera de enfrente a una pareja de ciegos ancianos. Con sus bastones blancos. Cogidos del brazo. Mientras respiro el aire fresco mi gato Tuso se despereza en la butaca y se une a mí en la ventana. Sonrío. Es posible que este horrible verano acabe algún día.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Bien y mal. Blanco y negro. Vida y muerte. Ángel y demonio. Dios y Diablo.
Polos opuestos, polos inseparables. ¿Qué sería de una pila sin sus dos polos? No produciría ni una gota de electricidad.
Los opuestos producen energía, vida, movimiento, cambio.
Lo difícil es saber controlarlos sin que provoquen un cataclismo.
Sin que uno de los dos te arrastre inevitablemente...

domingo, 10 de agosto de 2008

Incógnita



¿Por qué misteriosa razón siento la imperiosa necesidad de escribir y cuando por fin me pongo a hacerlo, no sé sobre qué?

jueves, 7 de agosto de 2008

Despedida

Sira abandonó el mercado. Se despidió de sus amantes uno por uno y con total entrega y dedicación durante un día entero. Con un beso de despedida en la puerta.
— Comienzo una nueva vida —les dijo a todos.
— No te creemos —le dijeron sus amantes.
— Creedme —replicó sonriendo Sira.
Y sus amantes, a pesar de todo, siguieron solicitándola, llamándola, rogándola que al menos una vez más.
— No hay otra como tú. — le decían, y ella siempre callaba y sonreía.
— Una vez más, por favor, sólo una vez más —le suplicaban.
Ella se quedaba pensativa, recordando. Sopesaba lo pasado y lo presente, y siempre respondía lo mismo.
— Lo siento, se acabó. —con su eterna sonrisa.

lunes, 4 de agosto de 2008

Así estoy yo sin ti

El ventilador gira sin cansarse. La ventana está cubierta por unas cortinas doradas, atravesadas por rayos de sol. Un gato gris duerme en la butaca verde. La joven teclea de forma veloz en el portátil, sin mirar las teclas. La vista fija en la pantalla. El ceño fruncido. Los labios apretados. La tele emite imágenes de una película de aventuras, típica de la programación veraniega. La joven tiene el portátil sobre las piernas desnudas. Sólo lleva un vestido de tirantes, muy corto, azul con flores rosas sobre el pecho. Se detiene de vez en cuando, y mira la tele, y mira al gato durmiendo. Y vuelve a teclear. Su expresión va cambiando poco a poco, se dulcifica. Las arrugas de su frente desaparecen, los labios se relajan. Cuando termina de escribir, lee lo escrito detenidamente, durante mucho rato. Recorre la pantalla del portátil con la vista, una y otra vez. Suspira. Sus ojos se humedecen y una lágrima brota del lagrimal derecho. Pulsa la tecla intro y lo que estaba en la pantalla desaparece. Ha enviado un correo electrónico.


La persiana está bajada del todo, el cuarto lleno de estanterías con libros está en semipenumbra. Un joven está tendido en la cama, sin camiseta, mirando al techo fijamente. Apenas pestañea. Su frente brilla por el sudor. Suena una canción de Sabina en la minicadena:

«…inquieto como un párroco en un burdel,
errante como un taxi por el desierto,
quemado como el cielo de Chernobil,
solo como un poeta en el aeropuerto...
así estoy yo, así estoy yo, sin ti…»

En un rincón, sobre una mesa, está el ordenador, con su pantalla plana y la torre al lado. En el monitor hay un salvapantallas con imágenes de bosques y montañas, que van cambiando sucesivamente, en silencio. De pronto, el ordenador emite un bip bip y el salvapantallas desaparece. El joven tarda unos segundos en reaccionar. Levanta un poco la cabeza mirando el monitor. Luego se endereza de golpe y salta de la cama para sentarse en la silla con ruedas, junto a la mesa. Su respiración está agitada. Tiene las manos sobre las piernas. Mira fijamente la pantalla, como antes miraba el techo. Levanta la mano un par de veces en dirección al ratón y vuelve a dejarla sobre la pierna. Tiene una expresión mezcla de sufrimiento y esperanza en la cara.

Al fin agarra el ratón y pulsa el botón derecho. Un largo texto aparece en la pantalla. El joven comienza leyéndolo con el ceño fruncido y los labios semiabiertos. A medida que va leyendo, su frente se relaja y los labios se cierran hasta formar una sonrisa. Suspira. Sus ojos se humedecen y una lágrima cae de su lagrimal izquierdo.

domingo, 3 de agosto de 2008

¿Qué hacer cuando todo empieza a ir mal... de nuevo?
¿Qué ha pasado?, ¿qué hizo que todo se estropeara?
¿La luna menguante, alguna estrella maléfica, un mal de ojo?
¿Mi gato Cluny paseando su negro pelaje por delante mío?
Algo ha debido ser. Algo que no entiendo.

De nuevo rocé la felicidad con la punta de los dedos... y se escapó a la velocidad de la luz.
Mi maldición vuelve de nuevo...

viernes, 1 de agosto de 2008

Botella

¿Medio llena o medio vacía?
La botella está sobre la mesa.
La miramos.
Intentando decidirnos.
Hay un hueco vacío.
Hay un trozo lleno.
¿Dónde estoy yo?¿Dónde estás tú?
Dónde están nuestros sentimientos.
Dónde las sensaciones.
Dónde los recuerdos.
Dónde el futuro.
Dónde el pasado.
Y si el pasado pudiera borrarse...

Piedras

Hay piedras que me aprisionan, que me impiden moverme, que no me dejan ser yo misma.
Piedras que no sé ni dónde están, ni de dónde vienen, ni cómo destruirlas.
Piedras frías y secas, piedras muertas y frías.
Piedras que me separan de los demás.

Piedras que alzan un alto alto alto muro, difícil de derribar.