Este no es mi Madrid, que me lo han cambiado. En los casi diez años que llevo viviendo en esta terrible y magnífica ciudad, no había visto una nevada semejante. Y además por sorpresa. Siete centímetros de nieve (ni cinco ni diez, siete).
Esta mañana, cruzando la ciudad en autobús, tenía la sensación de encontrarme en una ciudad extranjera. Qué capacidad más curiosa tiene la nieve de transformar todo lo que toca. De volverlo mágico e irreal.
Todo lo visible estaba cubierto por una capa de nieve: aceras, bancos, coches, ramas, arbustos, estatuas, fuentes, niños, barandillas, balcones, perros, marquesinas, postes...
Y la caída blanda y a cámara lenta de los copos volvió a sorprenderme como si fuera la primera vez. Y a darme una extraña paz. Qué pena que la nieve sea tan efímera...
7 comentarios:
es la fotografía más bonita que he visto de la Cibeles.
Gracias, Ysabel, mi lectora más veloz :-)
La foto la sacaron mis compañeros de curro (ahora un poco lejanos), este post va dedicado a ellos...
Esta mañana, mientras trabajaba limpiando la nieve de uno de los pequeños parques de mi pequeña ciudad, he sido testigo de una de esas imágenes que no se ven todos los días. Trataré de explicarlo. Había llegado con mi pala para la nieve a un patio elevado de un colegio de primaria que hay junto al parque. Entre los dos edificios principales del colegio (muy antíguos pero bien conservados, por cierto), se podía ver prácticamente toda la ladera norte de otro parque. El Castillo, un parque realmente bonito y el punto más alto de la ciudad, alzándose imponente, cubierto de árboles y estos, cubiertos de nieve. En el comienzo de la claridad que precede a la primera luz de la mañana, en silencio, los copos cayendo alrededor y sobre el Castillo y el resto de la ciudad, no he podido evitar acordarme de la película "Eduardo Manostijeras" y la leyenda que la protagonista le contaba a su nieta al principio. Y estando allí, imaginando a un Eduardo Manostijeras, en lo más alto del monte, extrayendo esos copos de una de sus esculturas de hielo, he respirado hondo... y me he sentido bien.
Sí que tiene algo de mágico.
Te has explicado muy bien, Nex.
Me encanta esa escena de Eduardo Manostijeras, es realmente mágica, sí. Te entiendo... ¿Qué tendrá la nieve que nos hace salir de nosotros mismos?
La diosa nevada... un título precioso para tu post, Alice. No deja de tener su simbolismo, si recordamos quién era Cibeles... ;)
He tenido que buscar en la wikipedia:
es un símbolo de la Tierra, la agricultura y la fecundidad, es una deidad de vida, muerte y resurección.
En cierta forma, esta plaza representa algo parecido para mi vida personal...
Me encanta la foto :-)
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