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miércoles, 22 de octubre de 2008

Descenso a los infiernos

Día frío, con lluvia y viento, totalmente otoñal.
Y no puedo quitarme de la cabeza a una mujer indigente que murió quemada hace un año.
Y yo me pregunto: ¿cómo se puede pasar de ser una secretaria de alto nivel a una vagabunda alcohólica que duerme en bancos y en cajeros automáticos?
¿Cuántas veces, cuando nos hemos cruzado con algún indigente, hemos pensado cómo han llegado a ese estado? Quizá hemos creído que siempre han estado así. Pero no. Probablemente (seguramente), antes eran personas "normales", como tú y como yo.
Cualquiera de nosotros, tú que me lees, yo, mi hermano, mi amiga, podemos acabar como esta mujer.
Esta mujer tenía un buen trabajo, un buen sueldo, una familia, vivía en una casa lujosa. Pero se enamoró de la persona equivocada. Su matrimonio se rompió, su nuevo amor acabó, y se encontró sola y sin marido ni hija ni amante, y no halló otra forma para consolarse que las drogas.
Las drogas le llevaron a perder su trabajo y su casa. Le llevaron a la calle, al alcohol barato en formato de litrona o de tetrabrik de Don Simón. Perdió todo lo que tenía. Su casa eran los bancos de la calle, unos cuantos cartones en la acera, un rincón en un cajero. Sobre su forma de morir no quiero comentar nada, es demasiado doloroso siquiera imaginarme la escena.
Pero me causa mucho desasosiego pensar que cualquiera de nosotros, yo misma, podemos acabar de la misma forma algún año de estos...

2 comentarios:

Maurus dijo...

La sociedad está deshumanizada. Hay mucha gente que es pobre y está mal y aquí el dinero se da a los bancos, que es lo que ya tienen, aunque ahora tengan menos... Y a las puertas de estas entidades, duermen los indigentes como la mujer de tu historia de hoy. Subrealista, cuando menos...

Alicia dijo...

Así es, maurus, y lo terrible es que la historia es real, y no somos conscientes de que todos podemos acabar así, que no son seres extraterrestres, y que son humanos como nosotros. En fin.