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martes, 29 de abril de 2008

Visita al veterinario

Hoy he tenido la traumática experiencia de llevar a tres gatos al veterinario. En viajes sucesivos, claro. Llevar a un gato que maúlla a unos 200 decibelios por la calle, y todo el mundo te mira, no es muy agradable para alguien a quien le gusta pasar desapercibida como yo. Si encima me encuentro con una multa en el parabrisas de mi Kia Picanto por estar en doble fila, después de 15 minutos de estar en la consulta vacunando a mi gato, el disgusto es completo. Y si la operación hay que repetirla por tres veces.... creo que me tengo merecido un buen descanso. Y mis pobres gatos estresados también. Me dolía tanto verlos maullar lastimeramente sobre la mesa de la clínica, como si los estuvieran destripando sin anestesia. Ya liberados en casa, una latita de paté de salmón contribuyó a que se les olvidara el mal trago. Yo casi necesito un valium.

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