Bendito tú, que me has hecho olvidar al que no conseguía olvidar. Tu conversación, tu risa, tus labios, tu tacto, tu regalo. Regalo de fin de abril. Regalo de primeros de puente, de aniversario de rebelión. Mi amigo de meses, redescubierto entre humo, entre vibraciones. Tus manos pequeñas y hábiles. Tus ojos chispeantes. Tu cuerpo relajado. A media luz y gotas de sangre por accidente. Luego prisas, es la hora. Adiós, hasta la próxima vez que volvamos.
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