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lunes, 17 de agosto de 2009
Nocturno
Cae la noche, y despierto. Estiro las alas y me desperezo. Giro la cabeza de un lado a otro, los ojos bien abiertos. Una nueva noche, entera y recién estrenada, me espera.
Diviso un movimiento entre las hojas del suelo. Un reptar silencioso. Me lanzo en picado. El ratón ni chilla. Lo desgarro entre mis garras.
Planeo por el bosque. Recorro mis dominios. Cazo un par más de indefensas presas. Empieza a clarear por el este. Me acomodo en un pino y me atuso las plumas de las alas.
Cierro los ojos. Y despierto entre sábanas de seda sobre mi cuerpo desnudo. Sonó el despertador de nuevo.
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1 comentario:
dichosos despertares inoportunos, ¡¡¡odio el despertador!!! me declaro enemigo público número uno de ese ruido perverso.
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