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sábado, 1 de agosto de 2009
Demonio
Suena una sirena en la calle que despierta a mi demonio. Comienza por arañarme las entrañas, justo debajo del estómago. Luego va subiendo por el esófago y me aprieta la garganta. Casi no puedo respirar. Mi demonio sabe cómo controlarme. Deja de apretar. Jadeo. Cierro los ojos, y siento al demonio subiendo hasta mi cabeza, urgando en lo más hondo. Me araño los muslos intentando ahuyentarle. Grito. Mi demonio no me suelta. Cuando despierta, ya es imposible detenerlo. Baja de nuevo hasta mi vientre y me clava las garras. Sé que estoy sangrando por dentro. No hay remedio. No puedo vencerle. Mi demonio y yo somos uno.
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