Como si me deslizara cuesta abajo por un tobogán largo, muy largo. Como si al final me esperara un negro agujero. El fin de año me atrae para devorarme. Y desapareceré en su oscuro vientre.Para salir por el otro lado.
¿Para salir por el otro lado?


El ascensor se para en mi planta con un clac. La puerta se abre con un suave zumbido. Un haz de luz cruza el suelo. No hay nadie. De repente, pienso en mi padre. Recuerdo que debería felicitarle, hoy es su cumpleaños. Pero esté donde esté, no puedo llamarle por teléfono.
Odio esperar a alguien.
Hoy he subido al autobús 27 de muy buen humor. Y he bajado del 49 casi eufórica. Lo conseguí. Conseguí hacer todo el recorrido de la castellana con el ánimo al nivel de las luces que colgaban entre los árboles.
Hay quien me dice que soy demasiado transparente, y tienen toda la razón.
Será que es diciembre, será que acaba el año, que estamos casi en invierno, que los días son cada vez más cortos.
Acabo de volver a ver Troya. Antes de que estrenaran esta película (hace ya cuatro años), me aburrían las tragedias griegas, las batallas campales me asqueaban por el exceso de sangre, y Brad Pitt no me gustaba. Una vez vista la película, cambié de forma de pensar.
Quizá el hecho de que Aquiles fuera encarnado por Brad Pitt influyó bastante en que la película me cautivara. Aunque como ya he dicho antes empezó a gustarme a partir de este momento, ya cumplidos los cuarenta (este actor mejora con los años, como los buenos vinos) y hasta me llegó a parecer que era buen actor.
Navegando, navegando, he encontrado un blog de cocina con recetas tan chulas como esta:
Fuera hace mucho frío.