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martes, 24 de junio de 2008

A la hoguera

Noche de San Juan, noche de brujas, de conjuros, de sortilegios a la luz de las hogueras. De hechizos para pedir deseos, buscando dinero, salud, amor, felicidad, reconocimiento.
En las hogueras se quemaban antiguamente a los infieles, a los herejes. En la noche de San Juan se quema lo viejo, lo que ya no sirve, lo inútil.
Muchas veces en mi infancia y adolescencia prendí solitarios fuegos nocturnos, en la huerta de mi padre, quemando ramas, hierba seca, y papeles con lo malo que no quería para mi vida. Y otros papeles con lo que deseaba con más intensidad. Todos se volvían ceniza. Nunca, o casi nunca, surtían efecto esas fogatas. Ni siquiera debido a la autosugestión.
Hace un año por estas fechas escribí algo sobre este tema que me intriga y me sugiere tanto. Alice in wonderland: Fuego.
Aquella noche escribí cinco deseos en un papel. Y cinco cosas que quería desterrar de mi vida. Mirando hacia atrás (y aunque no recuerdo bien lo que puse), creo que es posible que alguno de esos deseos se haya hecho realidad. Quizá no exactamente como me lo había imaginado (que es lo mejor), pero sí de alguna forma. El que lo deseado sea lo que me conviene ya es otro tema, porque ya se sabe: «Ten cuidado con lo que deseas, porque se podría hacer realidad».

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