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martes, 24 de junio de 2008

Diluvia

Cortinas de agua veo caer desde mi ventana, acompañadas de truenos y relámpagos y olor a tierra (más bien asfalto) mojada. Me encanta. La calle se ha convertido en un río. Y me da por recordar una biblia ilustrada que había en mi casa cuando era niña. Tenía ilustraciones de un tal Doré, que me cautivaban y me hacían imaginar y sumergirme en aquellas historias tan trágicas.
Como la del Diluvio Universal. Si ahora mismo a alguien (dejémoslo en un ente desconocido y con mucho poder) se le ocurriera la genial idea de masacrar a la Humanidad mediante un diluvio generalizado, castigando a los pecadores e impíos y salvando a los limpios de corazón, yo me pregunto: ¿de qué lado me encontraría? No estoy muy segura de ello. Es más, si alguien decidiera que la Humanidad merecía ser extinguida, yo pensaría que estaba en lo cierto, y me entregaría gustosamente al holocausto. ¿Afán masoquista y autodestructivo? Es muy probable. O quizá es que sólo soy una humilde e impía pecadora.

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