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sábado, 24 de noviembre de 2007
Hojas secas
Cubren las aceras, olvidadas por algún barrendero agotado o simplemente dejadas con la intención de que adornen los adoquines. Húmedas, amarillentas, muertas, totalmente muertas. Reposando bajo las ramas desnudas de su antiguo hogar.
Un anciano con gorra y bastón pasea sobre las hojas muertas. Despacio, con la mirada baja, un poco tambaleante. La cabeza inmersa en la época en que los árboles junto a los que camina aún eran retoños. Cuando sus propias hojas eran verde brillante. Paso a paso, recorre la acera. Las hojas siguen cayendo.
Respiro hondo y el frío aire otoñal me inunda los pulmones. Me siento a mitad de camino entre las hojas verde brillante y las hojas secas y amarillas esparcidas por el suelo.
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