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lunes, 17 de noviembre de 2008

Esperando

Sandra Lagos se sienta en la parada del autobús. Y espera. Espera durante mucho rato. Al principio está tranquila, pero poco a poco se impacienta. Cuánto tarda en llegar el maldito autobús. Por fin, a lo lejos, ve aparecer un bus rojo. Sandra suspira, por fin, piensa mientras se incorpora. El autobús se acerca, Sandra ve el número, y no, no es el suyo. Vuelve a sentarse.
Sigue esperando. Pasan uno, dos, hasta tres autobuses. Verdes, rojos y amarillos. Ninguno es el suyo. Sandra se desespera. Tiene la sensación de que va a estar toda la vida allí sentada, bajo aquella marquesina, en medio de la nada, esperando a un autobús que nunca llegará. Aún así, sigue esperando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

el que espera...desespera. Y en la espera infinita sobrevuelan el miedo, la incertidumbre, la ignorancia, que aunque atrevida, aqui no le sirve para nada.