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viernes, 29 de febrero de 2008

Sangre

Hace ahora cuatro años justos. Mi sangre fue renovada completamente. Depurada, purificada, restaurada. Lavada de todo mal. Renacida. Casi resucitada.
Un mes entero fue necesario. Un mes de aislamiento hospitalario. De inyecciones, de transfusiones. Venenosos productos químicos navegaron por mis venas. Matando las células enfermas y las sanas también.
Mi pelo se caía, mi boca se llenaba de llagas. Yo sufría en silencio la necesaria purificación.
Como resultado, surgí sana como una manzana, libre de todo mal, como recién nacida. Mi sangre y mi linfa limpias, impolutas, virginales.
Salí del hospital respirando el aire fresco de la mañana y sentí que realmente era el primer día del resto de mi vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿esta es tu larga historia?