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jueves, 27 de diciembre de 2007
Finalizando
El mes, el año, las indecisiones, los malos rollos, las negatividades, las tristezas, la infravaloración, las nostalgias, los "si hubiera...", los sinsabores, las frustraciones, los dolores, los quebraderos de cabeza, los agobios, el estrés, el "siempre me pasa a mí", los "pobre de mí", el querer y no poder, el envidiar, el desear sin nunca alcanzar, los malos recuerdos, la soledad...
Yo tal como era antes.
Vecinos
Hace mucho tiempo que no oigo a mis vecinos. A menudo les escuchaba, a las 12 de la noche, a la 1 de la madrugada (a veces a las 8 de la mañana), moviendo la cama con todo su ímpetu. Su cuarto daba al cabecero de mi cama, y escuchaba las envestidas con total claridad, como golpes contra el tabique común. Junto con los jadeos de él y los gemidos de ella.
Un día, escuché que estaban haciendo obra; golpes, taladros, vibraciones varias. Desde entonces, se acabaron los jadeos. ¿Era un joven matrimonio (o pareja a secas) que encontró un piso mejor en el que practicar el amor? ¿Los nuevos inquilinos no usan la cama o simplemente aún no hay nuevos inquilinos? Quizá vendieron el piso y se mudaron a un barrio mejor. Quizá se divorciaron o separaron o eligieron a otra pareja... Mi rabia envidiosa al escucharlos a altas horas de la madrugada se ha trastocado en añoranza por oir sus ajetreos amorosos.
Pájaro
Más vale pájaro en mano... dicen. Esta tarde he dejado escapar a un valioso pájaro por tener otro en la mano. Creo que he salido perdiendo, porque incluso el riesgo de conseguir alcanzar al que volaba era más interesante que mantener al que estaba en mi mano. ¿O quizá no? En este final de año las situaciones, las sensaciones, las experiencias, son tan conflictivas, tan fluctuantes, tan inquietantes, tan excitantes, tan veloces, tan ambiguas, tan sorprendentes, que lo mismo podía ser una cosa como la contraria.
domingo, 23 de diciembre de 2007
Vacaciones
Apago el ordenador. Apago las luces. Cierro la puerta de la oficina. Cojo el metro. Llego a mi casa. Cierro la puerta de mi casa. Hogar, dulce hogar.
Decido cerrarlo todo por vacaciones. No estoy para nadie. No estoy para nada. Vacaciones de todo lo que no sea cuidarme, quererme, enriquecerme. Descansar. Oh, bendito descanso...
Para reponer fuerzas, para digerir los cambios, para asimilar todo lo que me rodea. Todos los 365 días pasados. Para recolocar lo viejo y lo nuevo. Para recomponer una vez más mi propio puzzle. Quietud y silencio. Descanso. Todo está cerrado.
jueves, 20 de diciembre de 2007
Día gris
lunes, 17 de diciembre de 2007
viernes, 14 de diciembre de 2007
Invierno
Llegó. Con heladas, con días grises, con aliento congelado, con escalofríos, con temblores. Con guantes, con bufandas, con jerseys, con mantas, con calderas ardientes.
Con fiestas, con celebraciones, con cestas y cenas.
Con finales, con cambios, con comienzos, con encuentros y desencuentros. Con pérdidas y con ganancias.
Con todo lo que acaba. Con todo lo que empieza.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
Visitas
Japón, Canadá, Polonia, Estados Unidos, Alemania, Turquía, Grecia, Tailandia, Italia, Nueva Zelanda, Noruega y por supuesto España.
No son los países a los que he viajado, sino de donde proceden mis visitantes. Países tan lejanos como los que se encuentran en el otro extremo del globo terráqueo, países que puede que nunca visite en mi vida, pero que entran en mi mundo a través de estas letras. Atraídos por mis cantos de sirena, por mis mensajes en botellas que lanzo a ríos, mares y océanos en un intento de expresarme, de abrirme, de compartirme.
Bienvenidos a todos.
Tiempo
Cuento los días, las horas, los minutos que faltan hasta que vuelvas. ¿Eres consciente de la faena que me has hecho? Ahora vivo colgada de un reloj de pulsera. De un calendario de bolsillo (¿o es de un reloj de bolsillo y de un calendario de pulsera?). Tachando los días de la semana. Todos inútiles ya, excepto aquel en el que te vuelva a ver.
lunes, 10 de diciembre de 2007
Lava
sábado, 8 de diciembre de 2007
Nieva
jueves, 6 de diciembre de 2007
Escondite
Este escondite es perfecto. Blando y suave abajo, duro y sólido arriba y a cada lado. Y qué bien huele, ummmmm. Se está calentito también. Y es divertido escarbar entre tantas toallas, y meter mis manos por las rendijas. Y está tan oscuro que nadie me verá.
Vaya, ya me han descubierto. Y quieren que me salga y todo. Ni hablar, con lo a gustito que estoy aquí. Ay, esa mano, qué pesada, que me agarra y me saca de este escondrijo tan estupendo.
Bueno, ya volveré otro día, ahora me voy a dormir encima de la almohada.
miércoles, 5 de diciembre de 2007
Manos
De niña, sus manos atraían mi mirada irresistiblemente. Ella era sus largas y delgadas manos, de piel tersa y suave, que cocinaban, tendían la ropa, me bañaban, me vestían, que cogían mis manos cuando tenía miedo.
Sus manos jovenes. Cuando miro mis propias manos, veo las suyas reflejadas. Dedos largos, delgados, uñas almendradas, piel blanca y tersa, tendones moviéndose bajo la flexible piel, alguna vena azulada.
Sus manos ancianas. Ahora, cuando miro sus manos, veo las mías dentro de muchos años. Arrugadas, con venas abultadas, con manchas, delgadas hasta notarse los huesos, inflamadas por la artritis. Pero tan suaves y amorosas como cuando era niña. Incluso más.
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