Remolinos grises bajan desde la cabeza y se anclan en mis hombros. Pesan toneladas.
Bajan al pecho y echan raíces. Raíces que penetran por entrañas y tendones.
Surcan mi vientre vacío y descienden por las piernas, atando mis pies.
Mis pies que ya no saben hacia dónde ir.
4 comentarios:
No dejes que echen raíces más que las caricias que, ligeras y leves, te dibujen como un perfume delicado y sensual. Ya sabes, luego esas caricias formarán parte de la memoria de la piel.
Besos de gato a gato.
Has conseguido que las palabras se entrelacen para servirnos de guia en ese viaje que recorre tu piel.
Saludos sevillanos
Aunque sean caricas, no dejes que nada te ate. Disfruta y que tus pies vayan a donde quieran ir.
Un abrazo.
Juan Antonio, las caricias abundan bastante menos que los remolinos grises. Besos felinos para tí.
SE, muchas gracias y bienvenido :-) Un abrazo.
Mayo, ese es el objetivo, que nada me ate. A ver si lo consigo un año de estos... Besos.
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