
Aunque víctimas no me faltan. Es la única ventaja que tiene el buen tiempo. La gente sale más a la calle, a tomar sus cervezas y sus tapas, se relaja, se desinhibe, y es más fácil decirles cuatro trolas y convencerlas para que vayan a mi piso. Tanto hombres como mujeres.
Allí, la cosa es muy fácil: un par de copas, una animada charla, unas sonrisas seductoras, unas miradas de reojo...
Y sus cuellos están a mi disposición, libres, blancos, suaves... Vírgenes.
Sus cuellos y todo su cuerpo.
Lo malo es que amanece tan pronto, que apenas da tiempo para nada.
Prefiero el invierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario