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miércoles, 17 de noviembre de 2010




Pienso en tí y se me ensanchan el corazón y el vientre, dispuestos a ser heridos.
El vientre no me importa, se deshace y se rehace, se abre y se cierra, sangra y cicatriza, sin dejar huella (el corazón ya es otro tema).
Y me siento fuerte y poderosa como la estatua de la libertad.
Y camino rápido bajo la lluvia a dos centímetros sobre las hojas marrones.
Y al segundo el miedo me acorrala, y el viento arrastra células de mi carne en carne viva.
Y escribo poemas en el bus que nunca leerás, y te susurro palabras dulces que nunca oirás.
Y deseo despellejarme y darte mi epidermis envuelta para regalo.
Y deseo estallar en mil pedazos.
Me entra sueño y me duermo, pero no sueño contigo, sueño con tiranosaurios que me arrancan la piel a tiras.
El dolor y el placer me despiertan y te grito ¡vete ya!, pero quédate conmigo.

1 comentario:

Trinity dijo...

Quien quiera que sea el destinatario de esta poesía, deberia sentirse la persona más dichosa del mundo, tu desgarro es enorme, y el regalo de tu epidermis, el más hermoso regalo que puedas dar. Sigue caminando-levitando sobre las hojas mojadas, así se te ve imbatible.