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viernes, 28 de septiembre de 2007

Anacrónico


Una sala repleta de ordenadores con su zumbido característico. El sonido de las teclas. El murmullo del aire acondicionado.
Una canción casi susurrada por una voz femenina. Una nana inglesa. Un bebé tomando un biberón en brazos.
Dejo de teclear y me quedo escuchando la melodía, que consigue calmarme. Y a la vez me inquieta. Observo a la madre con su hijo, tras los cristales del despacho.
Un llanto súbito, y recomienzo mi tenaz tecleo.

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