Junto a mi oficina había una franja de césped cubierta de dientes de león. Solía contemplarlos cuando bajaba a fumar. Hoy olía a hierba cortada y he visto con horror que los habían descabezado a todos. Sólo permanecía uno, impasible. Ahora el césped está triste. Bien cortado, pero triste.
3 comentarios:
Si no les importa el planeta, imagínate lo que ha de preocuparles una franja de césped verde y fresco.
Lo peor de todo este desmadre es que al final lo vamos a pagar entre todos. Un saludo con flores.
Yo tengo la suerte de poder pasear por el campo y disfrutar de dientes de león no decapitados... Besos y a disfrutar de los que queden.
Tengo un amigo, que vivía en una calle donde no habían embaldosado las aceras y la cubrió de lirios.
Tu texto me lo ha recordado.
Besos
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