Abro la puerta desvencijada y me sumerjo en tus entrañas. Polvo sobre polvo, cal desprendida, moho negro en tus rincones. Telarañas en el techo, carcoma en las puertas. Inspiro el olor de tu podredumbre, tan dulce. Encuentro bolsas con enmohecidos periódicos viejos. Los amontono en el centro. Hago una buena pila. Enciendo un pitillo contemplando mi obra. Sin pensar, arrimo la llama del mechero a la esquina de una página gris. El fuego nace. El humo va subiendo hasta las grietas de tus vigas. Considero la posibilidad de ver el espectáculo hasta el final. Un ataque de tos me saca de la casa que se incendia. El humo asciende al cielo gris por los miles de grietas. Las maderas al romperse gimen y lloran. Tus muros se ennegrecen. Los fantasmas huyen volando. Por fin has sido purificada. Y yo contigo.
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