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miércoles, 7 de octubre de 2009

Meditando


Cierro la ventana, corro la cortina. Apago la tele, apago el móvil, apago la radio.

Me siento con las piernas cruzadas en posición de loto, espalda recta, las manos entrelazadas sobre el regazo.

Cierro los ojos. Respiro hondo. Una, dos, tres veces.

Mi mente llena de ideas. Dejo que los pensamientos pasen como nubes por un cielo de otoño.

Respiro más hondo aún.

Me concentro en mi piel. Voy recorriéndola desde la punta de los dedos del pie hasta la coronilla, sin dejar de respirar lentamente.

Los pensamientos no dejan de surgir, y los dejo pasar, de un lado a otro de mi cabeza.

Pensamientos alegres, tristes, inquietantes, excitantes, dolorosos.

Y llega el momento.

El momento en que no pienso.

En que dejo de ser yo. Respiro hondo.

El momento en que el tiempo se para. Respiro hondo.

Riiing, riiing... Olvidé descolgar el teléfono fijo.

Despierto como de un sueño. Y sonrío.



(Dedicado a Nex)



2 comentarios:

Nex dijo...

Lo que más me ha gustado de todo ha sido que al acabar hayas sonreído. Me alegro mucho de que haya sido así. Ya te conté cómo acabé yo, y desde entonces...
Muchas gracias por la dedicatoria (y la cancion ;) pero no creo que la merezca. Ya lo sabes ;) Disfruta de esos momentos de meditación si son capaces de hacerte sonreir. Sólo por eso ya tienen un valor incalculable. Un montón de besitos, Ali.

Ysabel dijo...

A mi también me gusta que sonrias.
Besos.