Páginas

jueves, 1 de octubre de 2009

Huir o no huir

Lara se encasqueta la capucha de su cazadora hasta las cejas. Enciende un camel y sale a la calle, bajo la llovizna de medianoche.

Se cruza con el vagabundo de las barbas, que masculla algo sobre lo podrida que está la sociedad y el puto perro que se había orinado sobre los cartones que le servían de cama.

Lara sigue caminando sin rumbo hasta que llega al parque. Alza la vista y se sorprende al ver la silueta de las cuatro torres. Tiene la sensación de hallarse en otro país. De pronto, siente la necesidad de estar en otro país. A miles de kilómetros. Donde no conozca a nadie ni nadie la conozca. Donde no sepa ni el idioma. No se sentiría más sola que en esos momentos.

Enciende otro camel. Echa el humo mientras contempla las torres, ansiando huir. A miles de kilómetros de allí, Lara seguiría siendo Lara, piensa.

Apaga el cigarrillo con rabia. Nota un escozor en los ojos, debe ser por el humo. Da media vuelta y regresa a su casa. El vagabundo ha desaparecido.






2 comentarios:

Deprisa dijo...

El medio de transporte más barato es la imaginación ;) También tenemos el arte.
Un saludo,
Deprisa

Anónimo dijo...

Cuantas reflexiones: estar donde no estar, estar con quien no estar, vagabundo mudo, ojos vidriosos, llanto?.

Somos complicados, pero algunos/as se empeñan en serlo todavía más.