Cuenta una leyenda que una vez la luna se enredó en un árbol y un lobo se puso a jugar con ella, arrancándola de su eterna soledad. Pero el animal se fue y la luna, indignada, le robó su sombra. Desde entonces le aúlla por las noches pidiéndole que se la devuelva.
Febrero es el mes en que comienzan a aullar los lobos, en busca de lobas para aparearse. Le gritan a la luna la soledad y la desesperación que no les cabe en el pecho. Así noche tras noche, hasta que la luna les recompensa con una hembra de suaves patas y hocico negro.