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sábado, 27 de junio de 2009


Me siento.

Cierro los ojos.

Me relajo.

Respiro hondo.

Por primera vez en muchos años.

Mis contornos se difuminan.

Con cada respiración.

Voy olvidando.

Quién fui, quién soy, quién seré.

Sigo respirando.

Me sigo difuminando.

Sigo olvidando.

Hasta olvidarte.

Casi para siempre.

Me difumino del todo.

Dejo de sufrir.

Desaparezco.

.
.
.




jueves, 25 de junio de 2009

Polvo en el viento


Cierro los ojos, sólo por un momento
y el momento ya es parte del pasado.
Todos mis sueños, pasan ante
mis ojos en ese instante de curiosidad.
Polvo en el viento, todo ello se reduce
a mero polvo flotando en el viento.

Incluso la canción de siempre, es apenas
una gota de agua en un mar interminable.
Todo lo que hagamos, se regresa a la tierra
aunque nos cueste trabajo aceptarlo.
Polvo en el viento, todo lo que somos
es simple y llánamente polvo en el viento.

Ahora, no te aferres, que nada dura
para siempre excepto la tierra y el cielo.
Eso quizá se escabulle. Y ni todo tu dinero
comprará ningún minuto más de existencia.

Polvo en el viento, todo lo que somos
es simple y crudamente polvo en el viento.
Polvo en el viento, cada cosa que existe
es puro polvo volando en el viento.

miércoles, 17 de junio de 2009

Rosas cronópicas


Sólo a mí se me ocurre la genial idea de comprar un ramo de cuatro rosas rojas de tallo largo cuajado de espinas, con 33 grados a la sombra, y subir a un bus abarrotado de gente. De Cibeles a Plaza Castilla. Cuando consigo atravesar entre los viajantes sin hacer ningún serio desgarro (creo que algún pinchazo se llevó alguien, pero como iba con los cascos ni me enteré), y llegar sana y salva a la parte central (era un bus doble, con fuelle enmedio), me acomodo lo mejor posible, sudando a chorros, y el papel que envuelve las rosas se está deshaciendo en mi mano.

Una joven deja su asiento y corro a ocuparlo. Un anciano me deja pasar a duras penas, me pincho con una espina, y estampo el ramo contra el cristal de la ventanilla. Una rosa resulta trágicamente descabezada.

Es un mal presagio, pienso.

Los días siguientes me dieron la razón.


martes, 16 de junio de 2009

Los niños dan miedo

Iba en el autobús, leyendo tranquilamente. En una parada, un niño de unos doce años que caminaba por la acera de enfrente se me quedó mirando con fijeza. Alzó una mano y me disparó con un arma invisible. El bus continuó la marcha. El niño también. Se alejaba de espaldas, cuando se giró y esta vez me disparó con ambas manos. El bus paró en un semáforo. Giró en una curva. El niño había desaparecido. Miré hacia el lado derecho, y allí estaba, esperando, mirándome fíjamente, semiagachado, con las manos a la altura de los ojos, y disparándome todas las balas de sus imaginarias pistolas.

Me entraron escalofríos y tuve miedo.

Y me di cuenta de que los niños siempre me habían dado miedo. Desde que yo era niña y se metían conmigo por diversas causas, y temía cruzarme con ellos por la calle, y en el colegio parecía que todos sabían algo que yo no sabía ni nunca llegaría a saber, y se burlaban de mí por ello.

Los niños tienen algo de siniestro. Con su despreocupación y su "todo el tiempo del mundo", creyéndose invencibles y casi inmortales. Sobre todo ahora que tienen sobredosis de información y de caprichos. Quizá por eso no he querido tener descendencia...


viernes, 12 de junio de 2009

No quiero ramos de flores.

Ni cenas a la luz de las velas.

Ni veinte llamadas al día.

Ni un fin de semana en un hotel de lujo.

Ni un anillo de oro.

Ni mucho menos promesas de amor eterno.

Sólo mis manos recorriendo tu espalda.




domingo, 7 de junio de 2009

Selene

Se cuenta que una noche de verano, luego de cuidar sus rebaños, el pastor Endimión se refugió en una gruta en el monte Latmos para descansar. La noche era clara, y en el cielo Selene paseaba en su carruaje. La luz de la luna entró en la cueva, y así Selene pudo ver al joven dormido. Desde el momento en que la diosa lo miró se enamoró de él.

Descendió entonces del cielo, y Endimión fue despertado por el roce de los labios de Selene sobre los suyos. Ante él vio a la diosa brillante, y entre los dos nació una gran pasión.

Selene subió después al Olimpo, y rogó a Zeus que le concediera a su amado la realización de un deseo, y el Señor del Olimpo aceptó. Endimión, luego de meditarlo, pidió el don de la eterna juventud, y poder dormir en un sueño perpetuo, del que sólo despertaría para recibir a Selene. Zeus le concedió su petición.

Desde entonces, en las noches de luna llena, Selene visita a su amante dormido en la caverna del monte. El resto de las noches, Selene se conforma con verle y acariciarle desde lo alto...




miércoles, 3 de junio de 2009

9.000

Sobrepasadas ya las 9.000 visitas...
En menos de dos años.
Desde septiembre del 2007.
Cómo vuela el tiempo, cómo abundan los visitantes...
Qué increíble me sigue pareciendo.

Qué bienvenidos son todos.

Qué agradecida me siento.

Si supiera quién será el número 10.000, le daría un premio (por determinar).

Confusión

Lo que todo lo explicaba resultó confundirlo todo.

Lo que era tan claro se nubló como tormenta.

Lo que nunca estuvo claro se oscureció por completo.

Lo que me acercaba a tí me alejó del todo.





La niebla, tan densa, es tan acogedora que duele.