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lunes, 27 de octubre de 2008

Diez céntimos

Voy al DIA a por leche, pan y pienso para mis gatos, a última hora de la tarde, justo antes de que cierren.
Y por enésima vez, me encuentro al vagabundo del barrio, abriendo la puerta a todo aquel que entra o sale, diciendo siempre: "buenas noches señora/señorita".
Yo siempre respondía 'gracias' con un gesto avinagrado.
Pero hoy... no sé qué he pensando al ver a ese pobre hombre, con voz de haber bebido, o de necesitar beber, o de necesitar meterse algo en vena, con ropa vieja y sucia y rota.
El caso es que le he dado una moneda de diez céntimos en su mano sucia y con un esparadrapo tapando una herida producida por a saber qué suceso...
Hoy, no sé por qué, me he sentido muy cerca de este ser humano. Diez céntimos no es mucho. No es nada. Pero quizá le he alegrado un poco. Quizá he aliviado un poco mi conciencia.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Dividida (2ª parte)

No solo los partidos de tenis me dividen.
Me siento eternamente dividida.
Eternamente contradictoria.
Quiero y no quiero.
Deseo y no deseo.
Sé lo que quiero y no lo sé.
Puedo sentirme feliz y triste al mismo tiempo.
¿Cómo entenderme?
¿Cómo pedir a nadie que me entienda?
De niña, mi frase mental que más recuerdo es "nadie me entiende". La cosa no ha cambiado mucho. Envidio a quien sabe lo que quiere y hace todo lo posible por conseguirlo. Tengo la sensación de ir dando tumbos por la vida, viviendo por vivir, sin planes (para qué hacer planes, a saber si seguiré viva el año que viene, o el mes que viene o la semana que viene). Dejándome llevar por el día a día. Metiendo la pata una y otra vez, tropezando con la misma piedra por enésima vez.
Hoy estoy negativa, sí, cierto. Pero no es solo debido al tiempo otoñal.
Hace unas semanas me hice ilusiones que no debía haberme hecho, y eso me da mucha rabia. Volví a tropezar en la misma piedra de siempre. Maldita piedra...

Descenso a los infiernos

Día frío, con lluvia y viento, totalmente otoñal.
Y no puedo quitarme de la cabeza a una mujer indigente que murió quemada hace un año.
Y yo me pregunto: ¿cómo se puede pasar de ser una secretaria de alto nivel a una vagabunda alcohólica que duerme en bancos y en cajeros automáticos?
¿Cuántas veces, cuando nos hemos cruzado con algún indigente, hemos pensado cómo han llegado a ese estado? Quizá hemos creído que siempre han estado así. Pero no. Probablemente (seguramente), antes eran personas "normales", como tú y como yo.
Cualquiera de nosotros, tú que me lees, yo, mi hermano, mi amiga, podemos acabar como esta mujer.
Esta mujer tenía un buen trabajo, un buen sueldo, una familia, vivía en una casa lujosa. Pero se enamoró de la persona equivocada. Su matrimonio se rompió, su nuevo amor acabó, y se encontró sola y sin marido ni hija ni amante, y no halló otra forma para consolarse que las drogas.
Las drogas le llevaron a perder su trabajo y su casa. Le llevaron a la calle, al alcohol barato en formato de litrona o de tetrabrik de Don Simón. Perdió todo lo que tenía. Su casa eran los bancos de la calle, unos cuantos cartones en la acera, un rincón en un cajero. Sobre su forma de morir no quiero comentar nada, es demasiado doloroso siquiera imaginarme la escena.
Pero me causa mucho desasosiego pensar que cualquiera de nosotros, yo misma, podemos acabar de la misma forma algún año de estos...

viernes, 17 de octubre de 2008

Dividida

En el Masters Series de Madrid, hoy me sentía dividida. No soy muy aficionada a los deportes (aparte del atletismo y el tenis), pero hoy era una situación especial. Un partido entre mi admirado Rafa Nadal y mi paisano Feliciano, tan toledano como yo (y tan guapo, con esos ojazos verdes). Nadal iba ganando, sin embargo, yo deseaba que el segundo set lo ganara Feliciano, para llegar al tercero y ver que al final ganaría Rafa, pero al menos verles jugar más, porque Feliciano juega muy pero que muy bien (y es muy guapo, para qué negarlo)... Pero no ha podido ser. La máquina Nadal ganó también el segundo set, y estoy tan contenta. Pero también algo triste por mi paisano Feli.... Que además de guapo es un gran tenista.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Otra luna llena

La luna llena fue ayer, ya lo sé. Pero no pude escribir nada, estuve demasiado agotada.
Y para no faltar a mi costumbre, pues subo la entrada hoy, cuando la luna está casi llena, aunque sea un día más tarde. Pero desde alguna otra zona del planeta, seguro que la luna está llena completamente.

lunes, 13 de octubre de 2008

Fuegos artificiales

Hoy han acabado las fiestas de mi barrio (el del Pilar, naturalmente). Otros años he ido a ver los fuegos artificiales que lanzan desde la azotea del edificio que hay junto al parque de la Vaguada. Me encantan los fuegos artificiales.
Cuando era muy niña, mis padres me llevaban a la plaza del pueblo el día grande de las fiestas (San Antonio de Padua, 13 de junio) , a ver los fuegos artificiales (los llamaban "la pólvora" en mi pueblo). Era horrible el daño que me hacían en los oídos, pero me encantaban.
Luego, cuando ya no tenía por qué hacer lo que decían mis padres, me quedaba en mi casa, aquella casa de adobe solitaria en medio del campo, a unos trescientos metros de la plaza, y veía los fuegos artificiales desde la distancia. Me gustaban mucho más. Ya no me dolían los oídos.
He visto fuegos artificiales en diversos pueblos y ciudades. Y siempre sola. Es decir, ya me entendéis con lo de sola, me refiero a sin pareja. No sé por qué (otra de mis manías), deseé cada vez estar cogida de la mano de mi pareja mientras veía los fuegos artificiales. Pero no tenía pareja a la que coger la mano.
Esta noche he oído los cohetes que avisaban de que iban a lanzar los fuegos artificiales. Pero los he ignorado. Como todos los cohetes posteriores. Mis gatos abrían mucho los ojos y levantaban las orejas, algo intrigados, pero sin asustarse. Yo estaba muy entretenida viendo el final de "Dulce pájaro de juventud". Pero no podía dejar de oír las explosiones. Y además, no me apetecía verlos de nuevo sola. Con mi mano vacía. Este año no.



Dulce pájaro de juventud

Una de las películas más destacadas de Paul. Trata sobre amores imposibles (además de otros temás) pero sin embargo acaba bien. Llevo toda la tarde viendo películas sobre amores imposibles que acaban bien. O sea, cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia. Los amores imposibles no acaban bien por propia definición. Son imposibles. Y lo que es imposible, no puede ser, ¿verdad? Pero son los que más nos atraen, nos cautivan, nos hacen soñar.

(sigue...)

Últimamente he pensando mucho en el amor y en quién nos enamoramos y en quién no. Algunas personas tienen la mala costumbre de enamorarse de quien no deben. Es decir, de quien no les conviene. ¿Y por qué no les conviene? Porque les harán sufrir. Dicen que a las mujeres les gustan los chicos malos y a los hombres las chicas malas (entiéndase el término "malo" como muy amplio, muy genérico, pero creo que ya sabéis a qué me refiero). Creo que el dicho tiene parte de razón.
Hace unos días, me dio por comerme la cabeza con otra chorrada de las mías: en el trabajo, bueno, voy cambiando de empresa y no le doy mayor importancia, no me va mal del todo; de casa, también he cambiado algunas veces y lo veo normal, y la que tengo ahora no es un palacio pero ya es mi hogar (aunque necesita unas cuantas reformas); de coche también he cambiado y tengo uno pequeñito pero matón que me lleva a donde quiero; pero... ¿por qué me agobia tanto el tema de la pareja? ¿por qué necesito saber si el chico que conocí el año pasado, o este, o el que conoceré el año que viene será el definitivo?¿por qué necesito saber el cuándo? ¿ y qué coño es ser el definitivo? ¿el que me dé todo lo que necesito? ¿del que me enamore perdidamente, como en las películas, y que a pesar de ser un amor imposible todo salga bien? ¿el que se enamore perdidamente de mí, a pesar de mis defectos? ¿aquel que me dure más de unos pocos meses? ¿con quien tenga hijos (no creo)? ¿con quien tenga algún proyecto en común? ¿con quien pueda llegar a vivir juntos?
Me cogí la cabeza entre las manos, dándole vueltas a todas esas preguntas, y cada vez me agobiaba más. Me dio por llorar. Necesitaba una respuesta, pero era imposible encontrarla, y en vista de mis historias pasadas, mi conclusión fue que nunca encontraría a ese chico especial... Puede que exista, pero seguramente haré todo lo posible para no encontrarle... La maldición de las profecías autocumplidas una vez más.

domingo, 12 de octubre de 2008

No está roto del todo.
Sólo es una pequeña herida que con una tirita se cura.
Aunque duele y sangra un poco.
Pero es un corazón que ya está acostumbrado a heridas y cicatrices.
Y siempre sobrevive.

Mucho más entretenido

Mucho más que cualquier programa (puaggg) de la tele, más que cualquier película, más que cualquier artículo de revista, más que cualquier libro, más que cualquier blog, más que.... cualquier cosa....es ver jugar a mis gatos. No me cansaría de verlos jugar todo el día. Lo malo es que ellos sí que se cansan, qué pena. Uy, parece que me han oído y comiezan de nuevo, tengo que dejaros...
(Insisto, aún a riesgo de resultar pesada, quiero ser un gato en mi próxima reencarnación).


Nota: los gatos de la foto no son los míos, claro, con mi lentísima cámara digital es imposible captarlos en el preciso momento en que corretean por mi salón. Cachis.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Otoño

Una hoja seca. Diez hojas secas. Cien hojas secas. Mil hojas secas. Millones de hojas secas.
Todas forman el otoño.
Una gota de lluvia. Diez gotas de lluvia. Cien gotas de lluvia. Mil gotas de lluvia. Millones de gotas de lluvia.
Todas forman el otoño.
Quiero diluirme en hojas secas y gotas de lluvia.
Pero me temo que es imposible.

lunes, 6 de octubre de 2008

¿Cómo llamarlo?

¿Anguslegría?, ¿alegustia? No sé cómo llamar lo que siento en estos momentos.
Ahora que yo empiezo a salir del túnel y ver la luz, alguien a quien aprecio mucho está entrando de cabeza en un pozo. Y no sé cómo ayudarle.

jueves, 2 de octubre de 2008

¿Esclavitud moderna?

¡Por fin tengo trabajo! Por fin no soy una parada más. Por fin tendré que madrugar y tendré tareas útiles que hacer por la mañana y puede que hasta por la tarde. Por fin tendré un jefe que me diga lo que tengo que hacer (justa o injustamente; quizá hasta tenga suerte y sea un buen jefe), lo que se me exige de mí y en qué día tiene que estar todo listo y en funcionamiento. Por fin tendré un horario, un lugar a donde ir cada día, unos compañeros con los que llevarme bien (o mal, depende), con los que charlar, un sitio donde pasaré más tiempo que en mi propia casa, un salario mensual escaso que se me ingresará religiosamente en mi cuenta bancaria a finales de mes (esto es lo mejor de todo, lo confieso).
Espero no acabar machacada por las ruedas de la maquinaria capitalista, como en el trabajo anterior. Espero que no me exploten hasta sacarme todo el jugo. Espero sentirme lo bastante serena e indiferente para que las peticiones de los usuarios no me afecten demasiado. Espero durar lo suficiente en esta empresa para llegar a saber lo que es un trienio. Espero que no me esclavicen tanto como para querer huir con la velocidad del viento.

miércoles, 1 de octubre de 2008

La loca de los gatos

A Sandra Lagos le dieron a elegir entre sus gatos y su casa. Sandra no tardó ni una décima de segundo en decidir que prefería a sus gatos. Firmó todos los papeles que le presentaron sin leerlos, y casi a medianoche recogió unas pocas pertenencias en una mochila, habló seriamente con Merry, Tuso y Cluny y salieron por la puerta de su casa para no volver nunca más.
Sandra y sus gatos se dirigieron al parque que había detrás de su antigua casa. Buscaron un banco no muy sucio y con unos cartones se hizo un lecho. Sus tres gatos se tumbaron sobre ella para darse calor.
Otras noches, cuando hacía frío o llovía, entraban en un cajero, o en un portal que había quedado abierto, y allí pasaban la noche resguardados.

De día, Sandra se sentaba en un banco o en el suelo si no encontraba un banco libre, y hacía dibujos a carboncillo de figuras felinas, los exponía a su alrededor y los vendía entre los transeúntes. Gatos al acecho, gatos en reposo, gatos durmiendo, gatos observando la nada, leopardos sobre un árbol, tigres relajados, leonas cazando a su presa. Se vendían bien. Así conseguía comida para ella y pienso para sus gatos.
De vez en cuando, a Merry, Tuso y Cluny se les añadían algún gato callejero nuevo. Se olisqueaban entre ellos mutuamente, saludándose, y todos seguían a Sandra Lagos, por calles, parques y plazas. La gente solía llamarla la loca de los gatos.
Pasaron muchos años. A Sandra se le puso el pelo blanco, vestía ropas casi andrajosas pero de colores chillones y cojeaba ligeramente. Merry, Tuso y Cluny ya eran muy ancianos. Merry apenas comía, estaba en los huesos y su pelo era áspero y sus ojos estaban sin brillo. Sandra supo que Merry estaba a punto de morir. Le abrazó con fuerza.

Sonó un claxon justo al lado de la ventana. A continuación, el despertador empezó a emitir su irritante pitido. Sandra se despertó sobresaltada. Tuso estaba sobre la almohada de al lado, Cluny a sus pies, y Merry plácidamente dormido contra su cara. Sandra se echó a llorar desconsoladamente.


Dedicado a Merry, Tuso y Cluny


Sólo quiero dormir

Abro ligeramente los ojos y veo que aún entra luz a través de las cortinas. Calculo que deben ser las seis de la tarde, muy pronto aún. Vuelvo a cerrarlos. Los noto tan pesados de sueño. Intento mover alguna parte de mi cuerpo, pero no me responden los músculos. Mi respiración es pausada, todo mi cuerpo está relajado bajo las sábanas y la fina manta de cuadros. La temperatura es ideal. Tuso y Merry están hechos un ovillo junto a mí, rozando mi nariz con su pelo. Cada vez me estoy convirtiendo en más felina y dormilona. Es la situación ideal. Mi mente está vacía.
Pasan unos minutos en que sigo disfrutando del estado de relajación post-sueño. Hasta que una extraña voz (que no sé de dónde viene) aparece en mi mente. "Pero si ya has estado toda la mañana en la cama, tienes la casa hecha un desastre, los platos sin fregar, las pelusas acumulándose en los rincones, tienes que hacer esas llamadas que ya sabes, tienes que ir a la tienda, tienes que ordenar los papeles, llamar a tu madre...".
Se acabó la paz. Intento recuperar la pesadez de los ojos y del cuerpo, pero mi respiración ya ha empezado a alterarse, y una desagradable sensación me empieza a invadir. Yo sólo quiero dormir, pero esa voz en mi cabeza no se calla. Mis gatos siguen durmiendo tan tranquilos, intento imitarlos, al menos media hora más, pero es imposible. Empiezo a mover una pierna, una mano, un brazo. Intento que mis gatos se despierten para animarme a espabilarme yo también. Se estiran medio dormidos, aparto las sábanas, me pongo las zapatillas (me acosté vestida) y me arrastro hasta el sofá. La voz de mi cabeza ha desaparecido.
Empiezo bien octubre.