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jueves, 4 de septiembre de 2014

Anémonas de sangre




ANÉMONAS DE SANGRE

Estaba acodada en la barandilla de mi cabaña, contemplando el lago que se extendía como una sábana cubierta de nenúfares y rodeado por álamos, juncos y cañas. Las ranas hacía rato que croaban como locas. Mi vestido de flores se mecía con la brisa. Andaba  perdida en un mar de musarañas cuando oí una voz pero no entendí lo que decía. Giré la cabeza y vi a un joven alto, rubio, de hombros anchos y fuertes brazos que llevaba una extraña vestimenta; como una túnica corta salida de otra época.  “Otro pirado”, pensé, “,o el típico chulo de gimnasio luciendo musculito”.

─¿Cómo dices?
─Perdona, os preguntaba qué lugar es este.
─¿Pero cómo? ¿No sabes dónde estás?
─Desconozco este país, bella dama.

Ahí ya me mosqueé del todo. Después de observarle con la boca abierta, le espeté un “Anda y vete por ahí…” y me metí en la casa. Ningún chulo de gimnasio iba a tomarme el pelo. Precisamente había salido de la gran ciudad huyendo de este tipo de elementos.  Me senté en el sofá intentando leer un libro sin conseguirlo.
Al cabo de pocos minutos, llamaron a la puerta. No hice ni caso. Los golpes se hicieron más fuertes. Me puse a fumar y me acerqué a la ventana. El elemento estaba en la puerta.

─Disculpad, señora, pero necesito vuestra ayuda.  Me persigue un feroz jabalí. Necesito que me concedáis refugio.

Por unos momentos dudé. Su voz sonaba sincera. Casi temblaba al decir las últimas palabras.
Me acerqué a la puerta.

─¿Quién diablos eres?
─Perdonadme de nuevo, he sido descortés con vos. Me llamo Adonis, hijo de la desdichada Mirra.
Aunque he estudiado ciencias, sé lo suficiente de mitología griega para saber a quién se refería. Así que volví a cabrearme, cerré los puños con fuerza y grité.
─¡Oye capullo, ve a reírte de tu puta madre!

Siguió un largo silencio.
Su voz volvió a sonar, suave y entrecortada.

─Por favor, creedme. No os engaño. No sé cómo he llegado hasta vuestra morada. Como os digo, estaba cazando y comenzó a perseguirme un jabalí. Me introduje en una cueva y al surgir por el otro lado, me encontré en estos parajes…Necesito vuestra ayuda. De otra forma, creo que moriré.

Su voz era tan dulce, como una melodía grave y sensual, que mi cabreo se disipó y me dirigí hacia la puerta de la calle, casi hipnotizada, y le permití pasar.

─Gracias, hermosa dama.
Durante un rato estuvimos frente a frente, sin saber qué decir ni hacer.
─Disculpad, señora, ¿cuál es vuestro nombre?
─Alba ─casi tartamudeé.
─Un bello nombre para una bella dama.

Y me miró descaradamente de arriba abajo, volviendo a centrar su mirada azul en mis ojos. En otro momento y otro lugar del Universo le habría espetado alguna bordería, pero parecía que todas las leyes que regían mi  mundo se habían vuelto del revés. Se aproximó a mí, sus ojos fijos en los míos.  Yo aún permanecía inmóvil, hipnotizada. Posó sus labios en mi boca, rodeó mi cintura y me atrajo contra su cuerpo, duro y cálido. Nos tendimos  sobre la alfombra y mi vestido de flores y su túnica acabaron arrugados en un rincón. A continuación llegó una marea de besos, mordiscos, caricias y gemidos…
Nos interrumpieron unos fuertes golpes en la puerta que iban creciendo en intensidad… Hice intención de levantarme para abrir, pero Adonis me sujetó con fuerza al suelo, sonriendo divertido, se puso la túnica, y se dirigió a abrir la puerta.

Lo siguiente apenas lo recuerdo. Está confuso en mi mente. Sé que hay colmillos, y gritos, y sangre, y carne desgarrada. Luego todo se fundió en negro.  Cuando abrí los ojos, seguía desnuda, tumbada en la alfombra. La puerta estaba abierta y Adonis había desaparecido. En el umbral, a modo de felpudo, había crecido una planta de flores rojas que más tarde descubrí que eran anémonas.
Cuidé religiosamente la planta de rojas flores, hasta el fin de mis días. Y recordé a aquel joven que decía llamarse Adonis todas las noches en la soledad de mi cama, en la cabaña junto al lago.


Alicia Y.H.  25-5-14

lunes, 1 de septiembre de 2014

"Hay gente que nos hace el amor por detrás" de Belén Reyes




Hay gente que nos hace el amor por detrás

Que no da la cara.
No quieren pagar impuestos
-no declaran-
Sólo invierten en su ego.
Y de vez en cuando llaman,
(limpian el polvo que echaron)
-¿Qué tal estás, cómo andas?.

Si te intuyen un temblor,
Un te quiero, una mirada,
Rápidamente se escapan.
Hay gente que hace el amor
Con la pared de su casa.

Belén Reyes  (Del libro Atrévete a olvidarme, editorial Olifante, 2007)